domingo, 7 de diciembre de 2008

EL CAPITÁN RUFINO SOLANO Y EL CACIQUE JUAN CALFUCURÁ, SUS ENCUENTROS

En una misión encomendada por sus superiores, el capitán Rufino Solano se dirigió a los todos del legendario cacique araucano Juan Calfucurá (Piedra Azul), En esta oportunidad, su tarea era llegar a un acuerdo de paz para evitar la guerra con el indómito cacique. Después de largos parlamentos y tratativas, Calfucurá accedió a entregarle a Solano treinta y siete cautivas, de las cuales, siete pertenecían a Bahía Blanca (Fortín Estomba), las que el capitán consideró más seguro llevarlas primero hasta Azul y desde allí, enviarlas bajo segura custodia hasta su ciudad de origen. Idea a las que los aborígenes se opusieron, resolviendo que una comisión de ellos les acompañarían hasta la ciudad de Bahía Blanca.
Salió la comisión indígena, pero en las cercanías de aquella ciudad, una partida del coronel Murga los confundió con indios malones y los pasaron a cuchillo. Entre los indios que integraban la comisión venía de jefe un hijo de Calfucurá y de segundo, un yerno de este cacique. Las cautivas fueron llevadas a Bahía Blanca. Pocos días después otra comisión de indios pasó por allí y avistó los cadáveres de sus compañeros, regresando raudamente a Chiloé informando el macabro hallazgo a Calfucurá.
Entretanto, el capitán Rufino Solano aún permanecía en Chiloé esperando reunir mayor número de cautivas azuleñas para ponerse en marcha hacia el Azul. Las terribles noticias traídas provocaron una gran revuelta en los toldos, los indios se movilizaban y amenazaban lancear a Solano, sus hombres y a las cautivas. Cuenta Solano, que fueron alojados en una tienda a la sola espera de la orden para exterminarlos, terribles golpes se escuchaban en el exterior de la tienda y varias lanzas atravesaban los endebles cueros pasando sus puntas a centímetros de sus cuerpos. De inmediato se dispuso un Consejo de Guerra que rápidamente dictaminó la condena de muerte de Solano y sus hombres. Mientras tanto, las pobres cautivas veían desvanecer sus sueños de libertad y lloraban desconsoladamente.
Terminada la sesión, el propio Calfucurá avanzó decididamente hacia Solano, espada en mano, a los fines de cumplir con la sentencia, Solano, tranquilo y sin perder su serenidad ni su temple, mirando fijamente a los ojos del cacique le habló en su lengua e inició un largo discurso donde puso en evidencia la sincera amistad que los unía, la ayuda que había proporcionado a los indígenas en varias ocasiones y lo equivocado del fallo. Manifestó al cacique que la culpa de lo sucedido la tenían ellos mismos, le recordó que su propio hijo había escrito las notas y que él mismo le había propuesto llevarlas al Azul y de allí remitirlas a Bahía Blanca. Después de un dramático silencio con que fueron acogidas sus palabras entre los jueces indios no revocaban la sentencia, de pronto, Calfucurá bajó su brazo empuñado y asintiendo con su cabeza comprendió y reconoció su error, miró a Solano y profirió la tan famosa frase que trascendió a los tiempos: “Tenés razón, hijo, por eso no te mato” y arrojando su espada al suelo, ordenó a sus indios que se retiraran. Esta decisión, permitió seguir viviendo al Solano y sus hombres, además días después las cautivas recuperaran su ansiada libertad.
BIBLIOGRAFÍA:
Cutolo, Vicente Osvaldo, NUEVO DICCIONARIO BIOGRÁFICO ARGENTINO, Editorial ELCHE, Buenos Aires, año 1995.-osbaldo

jueves, 6 de noviembre de 2008

EL CAPITÁN RUFINO SOLANO. ORIGEN DE SU HISTORIA, SUS ESPECIALES CONOCIMIENTOS, SU BENÉFICA ACCIÓN EN FAVOR DE LA PAZ, LA VIDA Y LA LIBERTAD.

APORTE ESCRITO POR EL INVESTIGADOR AZULEÑO OMAR HORACIO ALCÁNTARA, DESCENDIENTE DE LOS FUNDADORES DE AZUL Y UNA DE LAS PERSONAS QUE MAYORES CONOCIMIENTOS POSEE SOBRE EL ORIGEN, LA TRAYECTORIA Y LA ACTUALIDAD DE ESA CIUDAD.
El capitán Rufino Solano no llegó al Azul en una expedición militar, simplemente nació en este poblado cinco años después de su fundación. En este lugar, tuvo una infancia normal y feliz, junto a su numerosa familia. Vivía en la zona rural de Azul, a bastante distancia del incipiente pueblo, allí fue donde se crió y se educó junto a otros niños moradores del paraje, sin que a ninguno de ellos le preocupara demasiado saber quien era más originario que el otro.
La familia Solano, estaba asentada en la región de la Sierra Chica (actual Hinojo), a orillas del Arroyo Tapalquén, en cuyas aguas, Rufino acostumbraba nadar con sus hermanos y otros niños amigos, también disfrutaba cabalgando con ellos por los inmensos campos. En este grupo de jóvenes, se encontraban los hijos del cacique Juan Catriel, uno de ellos era Cipriano Catriel, con quien Rufino Solano se llevaba unos días de diferencia, ambos nacieron en el año 1837 y Juan José Catriel era dos años mayor que ellos.
En el lugar, donde no habían fuertes ni cuarteles, los Catriel y las demás familias indígenas vivían en sus toldos e incluso algunos de ellos trabajaban en el campo de del padre de Rufino: Dionisio Solano, que era alcalde rural del Arroyo Azul, aguas arriba, cargo que ocupó durante más de veinte años. Tiempo durante el cual, jamás existió el menor enfrentamiento entre ambos pueblos.
Fue así como Rufino Solano aprendió a hablar la lengua indígena, a rastrear los campos, a domar a “lo indio”, a guiarse en la inmensidad de las pampas, a fabricar lanzas y boleadoras; y un sin fin de cosas más, que le fueron enseñadas por esta gente originaria, incluyendo el respeto, la dignidad y fundamentalmente el valor de la amistad.
En este medio y con estos preceptos, Rufino Solano creció y se hizo hombre, de tal modo que no solo aprendió el idioma del aborigen, a ser “lenguaraz”, de esos habían varios, la gran diferencia con todos ellos era que Rufino también se convirtió “almaráz”, porque también sabía interpretar a la perfección el alma y los sentimientos de los indios pehuenches (catrieles), sus entrañables amigos.
De idéntica forma, Cipriano Catriel, quien luego heredó el cacicazgo de su padre, conocía las peculiaridades de los cristianos y dominaba a la perfección la “lengua Huinca”, más allá que se hiciera asistir por intérpretes, por cuestiones de protocolo. Por este motivo, no llamaba la atención que este grande y buen cacique se mantuviera tan cerca de los cristianos, como es muy bien conocido.
Por aquella época, los catrieles, en su gran mayoría, eran absolutamente pacíficos, amigables y además laboriosos, bastante más que muchos cristianos; confirma lo expresado, la existencia de tratados y de correspondencia en las cuales los catrieles solicitaban arados, bueyes y semillas, no aguardiente, como con malicia se suele decir.
Esta armoniosa y larga convivencia llegó ser de tal magnitud, que además los catrieles formaban parte activa en la protección y defensa de los poblados y de los campos. Prueba de ello, es la existencia de numerosos partes oficiales donde se detallan las funciones de custodia, persecución y captura en contra de los miembros de otras tribus foráneas y también pandillas huincas, que venían a saquear y hacer desmanes a la región. La seguridad era un tema común y así estaba expresamente establecido en los convenios de paz que han llegado hasta nuestros días. Eso tampoco nadie lo puede negar.
Lo cierto es que los “catrieles” patrullaban la zona junto con los “milicos” y los demás pobladores; incluso, estos llegaron a formar parte mayoritaria del ejército que llevó a cabo el famoso combate de San Carlos, que marcó la derrota de los caciques mapuches Juan Calfucurá, Pinsén, entre otros.
En estas acciones, todos ellos defendieron a los suyos, que no eran otra cosa que sus esposas, sus hijos, sus hermanos, sus padres, sus amigos y todos los pobladores que vivían en el lugar, sean ellos indios o cristianos. Por estos obvios motivos, rara vez los catrieles tomaron prisioneros huincas, porque durante décadas convivieron y se protegieron mutuamente del peligro común que representaban las partidas araucanas (mapuches) provenientes desde el oeste, del lado de la cordillera.
El que afirma que la tribu de los Catriel era igual que las demás tribus aborígenes no conoce la historia de Azul o realmente persigue otros fines.
La actual población de ciudad de Azul está compuesta por los descendientes de toda esa gente, a los que debe sumarse el valioso aporte de los inmigrantes, que llegaron luego. Pero junto con todos ellos, son también nuestros antepasados los cientos de cautivas, niños, niñas y demás prisioneros que Rufino Solano salvó y protegió, durante gran parte de su vida. Para que se entienda bien: proteger en aquella época significaba evitar que fueran matados o que perdieran su libertad.
Poe eso, las personas liberadas por el capitán Solano, no eran recuperadas de los toldos de Catriel, salvo motivo especial, como cuando Juan Catriel se llevó al Juez de Paz de Tapalqué Exequiel Martínez y a toda su comitiva, pero fueron estos últimos los agresores e insolentes. En dicha ocasión, nada ni nadie podía torcer la férrea voluntad del bravo Catriel, que no quería liberarlos, hasta que se hizo presente en sus toldos Rufino Solano, un soldado de apenas 19 años, que se retiró llevándose los prisioneros, sanos y salvos. Desde entonces Rufino no cesó de rescatar personas, tanto huincas como indígenas, según detalla la historia.
Para concretar los rescates, el canje de prisioneros o arribar a acuerdos de paz en los toldos de Calfucurá, Namuncurá y de otros caciques que no eran de la zona del Azul, el capitán Rufino Solano se acercaba a ellos con absoluta serenidad, no demostraba temor ni flaquezas, pero si actuaba con gran respeto y lealtad, cumpliendo siempre con palabra dada. De esa manera logró ganarse la consideración y el aprecio de estos jefes aborígenes, y por esa razón, nunca se retiraba de los toldos sin llevarse su preciosa carga, su principal objetivo, que era liberar las personas cautivas. Ellos eran niños, niñas, hombres y mujeres, en su mayoría de estas últimas, que también eran madres, hijas, hermanas y esposas arrancadas del seno de sus hogares y de sus seres queridos. Como aún suele ocurrir en nuestros días, como también es igual el dolor de las victimas de la cautividad y la desdicha de sus desconsolados familiares.
Para realizar estas tareas de rescate, Rufino Solano se jugaba lo más valioso que poseía: su vida y también él tenía una familia que esperaba preocupada su regreso.
Por este ejemplar comportamiento, finalizado el exterminio, los caciques le solicitaron a Rufino Solano que los acompañara como intérprete y “veedor” de sus peticiones de tierras ante el Gobierno. Aunque solo pudieron obtener inhóspitas y miserables tierras que el Gobierno Nacional les terminó “concediendo”, como una limosna. Estas injusticias sucedieron porque en aquella época, salvo casos aislados como el de Rufino Solano, no fueron muchas las voces que se alzaron en favor de los reclamos del pueblo originario. Por ello venían a buscarlo al mismísimo Azul, sabían con certeza que podían confiar en esta persona, que trataron hasta el final de sus días, allá por el año 1913.
El capitán Rufino Solano representa el más claro testimonio de la existencia de una manera civilizada y humana de lograr una integración con el aborigen. Por ello, aún tratándose de un militar, ha recibido ponderados conceptos de don Osvaldo Bayer. Con seguridad, este prestigioso historiador, de aguda inteligencia y de muy respetables convicciones, supo ver más allá del uniforme que vestía el capitán Rufino Solano.
Respecto a la cautividad de personas, solo basta abrir los ojos ante la vil explotación que provoca la trata de blancas, de menores y el tráfico de órganos, o también conflictos políticos y sociales que se presentan en casi la totalidad de nuestro planeta y, por supuesto, también en nuestro propio país.
Al respecto, son patéticos los recuerdos de nuestro pasado reciente y todavía hoy se continúa rescatando hijos de personas secuestradas y/o desaparecidas. La cautividad vulnera flagrantemente el género y avasalla los derechos de la familia toda. Por lo trascendente del tema, muchos autores de nuestro país y del extranjero han resaltado la ejemplar acción desplegada en el pasado por Rufino Solano.
Lamentablemente, gran parte de la sociedad actual desconsidera o se resiste a tomar conciencia del histórico sufrimiento del que ha sido víctima la mujer en el pasado y esa quizás sea precisamente la causa por la cual continúa sucediendo en el presente. En efecto, se conserva una postura lejana e indiferente hacia el género femenino y se razona con los mismos tapujos y dobleces que existían hace doscientos años atrás, desnudando al mismo tiempo idéntica ceguera intelectual y cultural que imperaba en “otras épocas”, duele y preocupa aún más, cuando esta concepción también la encontramos en muchas de sus congéneres.
Todos los nacidos de una mujer deberían reconsiderar seriamente estos equivocados prejuicios, de lo contrario, que clase de sincera y sana solidaridad se puede esperar de una sociedad que adolece de tan grave falencia moral, ante la ocurrencia de hechos como, por ejemplo, el de niña Sofía Yasmín Herrera, en nuestra provincia de Tierra del Fuego, que aún no aparece y a muy pocos les preocupa. Y de tantos otros casos que lamentablemente existen.
Hace varios años, demasiados, que no tengo la dicha de vivir en mi ciudad natal, pero cuando era niño casi a diario iba a la casa de mi abuela materna, doña Manuela Solano, nieta de Dionisio Solano, allí solía encontrarme con varios de los descendientes de la gente de Catriel que con frecuencia la venían visitar. Porque me olvidaba de contarles algo más: ellos también son bastante más agradecidos que muchos de los huincas. Por ello, de todas estas personas guardo un muy cariñoso recuerdo y el gran orgullo por haberlas conocido.
Autor: Dr. Omar Horacio Alcántara
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ARTÍCULO PUBLICADO EN EL DIARIO EL TIEMPO DEL 18/11/2008.-
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PARA UNA COMPRENSIÓN MAYOR DE LA CAUTIVIDAD, EL AUTOR DE ESTE BLOG TRANSCRIBE UN FRAGMENTO DE LA OBRA DE DON ROBERTO E. LANDABURU TITULADO "CAUTIVAS EN SANTA FE", DURANTE SU CAMPAÑA, EL CAPITÁN RUFINO SOLANO TAMBIÉN RESCATÓ DECENAS DE ELLAS, ORIGINARIAS DE ESTA PROVINCIA.
El Dr. Federico Meyer Arnold, en su obra Del Plata a los Andes, escrita en 1851, refiere la travesía de Buenos Aires a Mendoza en forma minuciosa y amena. Pero cuando dice llegar a la provincia de Santa Fe, en el camino de Postas, agrega: Al llegar a La Candelaria, actual Casilda: "...Llegamos a la posta que se componía de dos miserables chozas circuidas de tunas para defenderse de los salvajes.... Una vieja mujer, único habitante del bello sexo que habían perdonado del cautiverio los indios, y dos hijos suyos nos recibieron. Es incomprensible como un ser humano se determina a pasar sus días entre las garras de la muerte que a cada instante amenaza a estos infelices! Esta pobre mujer que había sido despojada de las dos hijas suyas, inútilmente rogó a los salvajes la llevaran a las tolderías: los bárbaros la despreciaron por su vejez...En cada invasión que hacen por allí, sale ella a preguntarles por el malogrado fruto de sus entrañas y a suplicarles de rodillas la lleven de esclava pero en vano.
"...Al separarnos de este espantoso lugar, abrumado por el pesar que me habían producido la relación y el aspecto acongojado de aquella rugosa cara, no pude menos de pensar: ¡no es sólo la justicia humana la que olvida al desdichado!" (1)

Esta referencia, tomada luego por Héctor M. Lagos, reconstruye uno de los dramas más terribles que pude recoger en la vida de frontera del siglo pasado, y no es otro que la vida de la protagonista de la cita de Meyer Arnold, doña Agustina Galloso de Gallegos. Casada con Santiago Gallegos, provenía éste de una legendaria familia de maestros de Postas, en La Candelaria, los Desmochados, Cruz Alta, etc. En la provincia de Santa Fe y Córdoba, y desde la época del virreinato.

Para los años 1840/1841, un malón que penetró hasta cerca de Rosario, se llevó entre otras, a las hermanas Mercedes y Manuela Gallegos, hijas de doña Agustina, las que tenían en ese entonces 17 y 19 años respectivamente.

Por estas hijas clamaba la doliente madre, cuando en 1851 la entrevista en la posta de La Candelaria el Dr. Meyer Arnold.

Pero los padecimientos de esta pobre madre de la pampa, no terminaban en esa herida desgarrante. En las violentas invasiones ranquelinas, de fines de 1871, se llevan a otras dos hijas: Francisca y Cruz, de 40 y 42 años, y enero de 1872, en otro malón, se llevan a su quinta hija, Silveria Gallegos, de 38 años de edad...

Doña Agustina Galloso, ya fallecido su esposo, no cejaba en sus reclamos por conocer el paradero de sus hijas. Escribe al Dr. Félix Frías, embajador en Chile, y a otras autoridades, ya que para el año 1872 hacia 30 años no tenía noticias de sus hijas Manuela y Mercedes. Pero como es la vida ! poco antes de que le secuestren a las otras tres hijas, recibe noticias de una señora, Mercedes Lescano, domiciliada en Hualquil –Chile –, donde le comunica por carta que Mercedes y Manuela están vivas, residiendo en la zona de Coronel...

El dolor de la vieja Agustina

El diario La Prensa, de fecha 19 de diciembre de 1871 publica esta noticia, y dice que en la redacción se apersonó la atribulada madre pidiendo hagan saber a sus hijas que si quieren volver que se trasladen a Mendoza que ellas las irá a buscar....

Además escribe esperanzada a la Sra. de Lescano en Chile dando el nombre de sus cinco hijas cautivas: Manuela, Mercedes, Francisca, Cruz y Silveria, aclarando que de las tres últimas no tiene ninguna noticia y agradece al que las trasmitiese....

La pobre vieja Agustina, ya para entonces inicia su última Vía Crucis...Olvidará sus achaques de edad avanzada, abreviara sus días, venderá su establecimiento, sus terrenos, sus muebles y últimas alhajas, abandona el panorama nativo, recio, y como dice Lagos, pedirá a la histórica virgen de La Candelaria su protección, cruza por última vez los fosos y tunales de la posta. Se instala en Rosario, y comienza una enfervorizada cruzada en las redacciones y periódicos, buscando más datos, escribiendo a los más altos funcionarios, motorizando la esperanza de vida. Sus hijas, después de 30 años, ¡¡están vivas!! Así gasta hasta sus últimas monedas...

Lagos logra una completa documentación, donde consta la carta del Dr. Tejedor al embajador Félix Frías: "... dos cautivas de nombre Mercedes y Manuela Gallegos que dicen estar en el departamento Lautaro – Chile –, en un distrito que se llama Coronel, solicitan ser ayudadas por el gobierno Argentino para regresar a Argentina..."

Las hermanas Gallegos, tienen hogar constituido

Se constata que ambas cautivas, tenían esposo e hijos....Se procura que se trasladen al puerto de Valparaíso para embarcarse rumbo a Argentina, que una vez arribadas debían presentarse en el Ministerio de Relaciones Exteriores que le proporcionaría los medios para llegar al Rosario con su madre, que las espera angustiadamente...

Pero la vida, esa triste realidad que es la vida, hace que desde Chile se informe que: las hermanas Gallegos tiene hogar constituido, que son madre ellas mismas, sintiéndose ligadas ya al medio donde viven por fuerte razones afectivas, que Manuela teme cruzar el estrecho, y que solamente Mercedes está dispuesta a afrontar el viaje marítimo....

Las dificultades aumentan para desgracia de doña Agustina, ya estamos por el año 1873, sin obtenerse el regreso de las cautivas a Rosario. Surgen dificultades nuevas para el Dr. Frías, aunque comprensibles, las hermanas tenían ya su familia, sus hijos, su hogar.....

Mientras: "...la madre de las señoras Gallegos, doña Agustina, vive de la caridad pública en el Rosario, por consiguiente ninguna ventaja puede ofrecer ya al retorno..."

Los documentos dicen que para febrero de 1874, Mercedes Gallegos con su esposo y un hijo se embarcaron desde el puerto de Coronel, en Chile, rumbo a Bs. As. Esta va a ser la única de sus cinco hijas, que la pobre Doña Agustina podrá ver antes de fallecer en Rosario.

La quinta hija cautivada

La última de las hijas cautivadas, Silveria Gallegos, en julio de 1887 se presenta en un puesto de la estancia de don Juan Caronti, en Bahía Blanca, donde relata que se llama Silveria Gallegos, que fue cautiva cerca del Rosario, "... en un paraje denominado Candelaria, viene actualmente de Chile, su padre es Santiago Gallegos. Había sido llevada en los primeros días de enero de 1872,... sus tíos están en el Desmochado, sabe que dos hermanas Manuela y Mercedes están cautivas pero ignora su destino...!"

De las otras dos hermanas Francisca y Cruz, nunca se supo nada. Lagos, dice que no se obtuvieron datos ni fueron encontradas, presumiendo el referido autor que quedaron en la ciudad de Mendoza, sin comunicarse jamás con su familia....! (2)

Aún hoy, en los pagos de la Candelaria, la figura de una vieja mujer, de rugoso y acongojado rostro, con los brazos al cielo y mirando al poniente, grita su desolación, para que el Pampero le traiga las noticias que no llegarán..!

1) MEYER ARNOLD. Del Plata a los Andes - Ediciones Huarpes. 1944.
2) LAGOS, Héctor M.- Cinco Cautivas Argentinas en Araucania. Editorial. Candelaria, Bs. As. 1969

martes, 4 de noviembre de 2008

REGRESO DEL CAPITÁN RUFINO SOLANO DE LOS TOLDOS DE CALFUCURÁ, TRAYENDO CAUTIVOS REDIMIDOS.

EN ESTA EPÍSTOLA SE PUEDE APRECIAR LA ESPECIAL MENCIÓN DE LA TAREA EXITOSA DEL CAPITÁN RUFINO SOLANO. EN ESTA EXPEDICIÓN, ESTE EFICIENTE MILITAR LOGRA ARRIBAR A UN ACUERDO DE PAZ CON EL LEGENDARIO CACIQUE ARAUCANO JUAN CALFUCURÁ, "EL SOBERANO DE LAS PAMPAS", Y ADEMÁS TRAE A LA LIBERTAD PRISIONEROS QUE SE HALLABAN CAUTIVOS EN LA TOLDERÍA UBICADA EN SALINAS GRANDES, CUARTEL GENERAL DEL MÁXIMO LÍDER INDÍGENA. ESTA DOBLE TAREA, LE DEPARABA AL CAPITÁN SOLANO MESES DE DURACIÓN, ENTRE PACIENTES TRATATIVAS Y DIFICULTOSOS REGRESOS, TRAYENDO A LA LIBERTAD A PRISIONEROS CIVILES DE AMBOS SEXOS Y DE TODAS LAS EDADES, POR LO GENERAL EN MUY MALAS CONDICIONES DE SALUD, POR HABER PADECIDO LARGO TIEMPO EL HORRIBLE MARTIRIO DE LA CAUTIVIDAD.
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LOS ORIGINALES DE ESTA HISTÓRICA CORRESPONDENCIA OBRAN EN EL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN ARGENTINA, DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES .-

lunes, 3 de noviembre de 2008

CARTA DEL CACIQUE BERNARDO NAMUNCURÁ, "EL ESCRIBANO DE LAS PAMPAS", AL CAPITAN RUFINO SOLANO

ESTA CARTA LE FUE REMITIDA AL CAPITÁN RUFINO SOLANO POR BERNARDO NAMUNCURÁ, DENOMINADO "EL ESCRIBANO DE LAS PAMPAS" Y SECRETARIO PRIVADO DE MANUEL NAMUNCURÁ, DEL CUAL ERA PRIMO. ESTE CACIQUE FUE EDUCADO EN SANTIAGO DE CHILE. FUE ESCRITA EN CIRCUNSTANCIAS EN QUE EL PADRE JORGE MARÍA SALVAIRE, FUNDADOR DE LA BASÍLICA DE LUJÁN Y EN PROCESO DE BEATIFICACIÓN, SE HALLABA EN AZUL EN TAREAS DE EVANGELIZACIÓN Y RESCATE DE CAUTIVOS. ESTE SACERDOTE, CUYOS RESTOS DESCANSAN EN EL MENCIONADO TEMPLO, FUE LLAMADO “EL MISIONERO DEL DESIERTO Y DE LA VIRGEN DEL LUJÁN".-
(Para visualizar ampliadas las fotos, debe hacer "clic" sobre las mismas)





SE PUEDE OBSERVAR EN LAS FOTOGRAFÍAS LA TRADUCCIÓN EFECTUADA POR EL PROPIO PADRE JORGE MARÍA SALVAIRE, MENTOR Y FUNDADOR DE LA GRAN BASÍLICA DEL LUJÁN, EN CUYO TEXTO HACE MENCIÓN EXPRESA DEL CAPITÁN RUFINO SOLANO, EN FRANCÉS, IDIOMA DE SU PAÍS DE ORIGEN. EL PRESENTE REPRESENTA UN IRREFUTABLE DOCUMENTO DE LA ACTIVA PARTICIPACIÓN DEL AZULEÑO .-
LA GESTIÓN Y EL VIAJE DE ESTE SACERDOTE, CUYA BASE FUE LA CIUDAD DE AZUL SE EXTENDIÓ DURANTE VARIOS MESES.

Al Sr. Capitán Dn. Rufino Solano
Salinas Grandes, 13 marzo de 1874.
Muy Señor mio y amigo; me alegraré que al recibo de esta se halle de buena salud, asi como para mi deseo la mia es buena para lo que guste mandar.
Amigo, la presente tiene por objeto manifestarle a Ud. que habiendole escrito una carta por la comision que ha recibido última, y no teniendo ninguna contestación me dirijo en la actualidad a escribirle para hacerle saber que mis caciques superiores me permiten dirijirme a Ud. y le imponga que ellos tienen a bien hacer los nuevos tratados con el Superior Gobierno Nacional, con el Sr. General Dn. Ignacio Rivas y con el Gral. Dn. Cipriano Catriel; pero amigo ya que mis superiores han tomado mi consejo que le he dado paraque todos sus caciques y capitanes de sus respetos que acompañan la personalidad del Gral. Manuel Namuncurá aprueban mi consejo, que es mejor vibir en plena paz que no en guerra con los cristianos, a esto puedo decirle, amigo, que me he …… noche aconsejándoles y suplicándoles entren en tratados, que se puede atestiguar con unos presentes como ser …. y el …. que va en esta comision que manda el Gral. Dn Manuel Namuncurá, y al efecto he podido hacerles entender la convenciencia que mejor el estar en buena vida en paz con los cristianos, y de hacer entrar a todos los caciques y capitanes que hoy aprueban tratar a la par de los caciques Namuncurá y Reumay a quienes he podido hacerles resolver su aceptación. Amigo, me queda la satisfaccion que para lo presente pueda reconocer el Sr. Gral. Dn. Ignacio Rivas mi animación para hacer durar el tratado por parte de mis superiores, pero los aconsejo del mejor modo posible y conveniente y espero que el Sr. Gral. Rivas y demás jefes de su orden aprovando mi disposición favorables disponga ordenar se me pase un número de raciones de animales y demás vicios para mi sostenimiento y las familias que ocupa mi estado actual, esto podrá tomar informe el Sr. Gral. Rivas por medio de sus comisiones y personas enteradas a este respecto, quedando a su disposición me ofrezco de Ud. sa
Amigo que le espero salud
Bernardo Namuncurá
(como "postdata"): hermano espero pues que me compre los estribos de Braseros que de mucho tiempo me lo tiene ofrecido, i armas espero que no deje de mandarme a Juan pero sin falta ninguna, con el espero que me mande algunos caballos que estoy …… a pie.
Amigo Solano, le recomiendo a mi sobrino José que ba en esta comision y lo defienda de algun acontecimiento que tenga por Catriel.
… 1 abril 1874



CARTA DEL CACIQUE ALBARITO REUMAY AL CAPITAN RUFINO SOLANO

LA SIGUIENTE CARTA ES DIRIGIDA AL CAPITÁN RUFINO SOLANO POR EL CACIQUE ALBARITO REUMAY, HERMANO DEL CACIQUE MANUEL NAMUNCURÁ, HIJO DE JUAN CALFUCURA (LLAMADO "PIEDRA AZUL") Y TÍO DEL BEATO CEFERINO NAMUNCURÁ "EL SANTITO DE LA TOLDERÍA". FUE ESCRITA EN TIEMPOS EN QUE EL P. JORGE MARÍA SALVAIRE EFECTUABA LA EVANGELIZACIÓN CON ASIENTO EN LA CIUDAD DE AZUL Y EN LOS TOLDOS DE LOS CACIQUES CATRIEL Y RAILEF.
SE PUEDE APRECIAR EL PROFUNDO CONOCIMIENTO QUE POSEÍA EL CAPITÁN RUFINO SOLANO DEL CACIQUE, DE SU GRUPO FAMILIAR Y LOS JEFES E INTEGRANTES DE OTRAS TRIBUS.
(Para ampliar las fotos, haga "clic" sobre las mismas)


Al Capitán Dn. Rufino Solano
Salinas Grandes, 13 marzo de 1874.
Muy estimado hermano; desearé que al recibo de esta se halle disfrutando de una completa salud, en compañía de su muy estimada familia, y demás amigos de su atención, la mia es buena para lo que guste mandar.
Hermano, por la Comisión Quinolef, he recibido una carta de Ud., en donde apresuade en que tome el consejo de que Ud. me refiere, en la de Ud, haciendome saber que es mejor vibir en plena paz y no en guerra, pero la Comisión ha llegado descontenta y se nos ha referido que a nosotros por eso, ya no determinábamos mandar a esta, pero para se nos apague y insulte no habia motivo por nosotros. Ud. sabe que la culpa de la invasión que se ha hecho no era por nuestra culpa. Ud. era por falta del cumplimiento de las raciones que nosotros nos desanimabamos a tratar, ya no precisábamos mandar mas comisiones ante el Gral. Rivas y ante Catriel, pero al fin tomando su consejo, y teniendo a nuestro secretario Bernardo Namuncurá paraque nos ayude a discernir lo conveniente, determinamos mandar a esta comisión paraque se trate en cumplimiento de las raciones que se nos pase cumplidamente nuestros pedidos que hagamos, y atiendan con el mejor respeto y consideración a nuestras peticiones que hacemos por medio de nuestras comisiones, al fin será por un porvenir mejorado que esperamos por nosotros los caciques y capitanes que acompañamos al orden y respeto de nuestro hermano cacique Gral. Dn. Manuel Namuncurá, cuya personalidades que aprobamos los tratados se le hace saber al Sr. Gral. Rivas; aun cuando todos los caciques y capitanes, nos estiman tratar quedando descontentos, esto para impedir el tratar, no es nada que nosotros mi hermano, yo y nuestro secretario trabajamos para hacerlo entrar a todos a la familia de nuestro respeto en el tratado que se hara en devida forma legalmente al cumplimiento de nuestro tratado de paz.
Amigo, por las comisiones que mandamos, mi hermano y yo esperamos recibir el racionamiento, pues hermano, como Ud. fue autorizado para contar las raciones anteriores, nosotros lo reconocemos siempre, pero hermano, he savido una habladuría en contra nosotros de que han hablado, asi que nosotros no tomamos credito a eso pero si ha havido cierto lo que se dice no lo haga dos veces, trate de que las comisiones reciban bien las raciones, que nosotros quedamos contentos que Ud. las cuente como amigos que somos siempre, recibira muchos recuerdos del cacique Gral. Mi hermano Namuncurá y del cacique Liycuy y del cacique Sincopan y del capitan Nancucheo y del Capitan Llancuvil y de mi hijo Juancito, después de que se despache de todos los efectos, de raciones espero que Ud. me mande un poncho de paño y se lo encargo a mi primo hermano llamado Cayulge se halla en el azul en casa de Manuel Railef y si en caso Ud. me pueda mandar algunos vicios a medida de su deseo lo espero con la misma comision que mando, a más me mandará la cadena que mandó trabajar mi mujer y unas galletitas, masitas dulces para mi hijo.
Sin otro motivo saluda a Ud. su hermano.
Albarito Reumay
Copiador P. Jorge María Salvaire
ACP (Casa Provincial Vicentinos)

CORRESPONDENCIA DEL ARZOBISPO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, DR. LEÓN FEDERICO ANEIROS CON EL CACIQUE MANUEL NAMUNCURÁ

MISIVA EXTENDIDA POR EL SR. ARZOBISPO DE BUENOS AIRES, PRIMERO DE ARGENTINA, DR. LEÓN FEDERICO ANEIROS AL CACIQUE GENERAL MANUEL NAMUNCURÁ. ESTE LIDER INDÍGENA, HIJO DE CALFUCURÁ, ERA APODADO "EL REY DE LAS PAMPAS" Y EL ARZOBISPO ANEIROS, LA MÁXIMA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA DEL PAÍS, SE LE DENOMINÓ "EL PADRE DE LOS INDIOS", POR SU ASIDUO CONTACTO E INTERÉS HACIA ELLOS.
EN REPETIDAS OPORTUNIDADES, EL CAPITÁN RUFINO SOLANO TRASLADÓ A LAS EMBAJADAS INDÍGENAS HASTA LA PROPIA SEDE DEL ARZOBISPADO. SIN LUGAR A DUDAS, ESTE SINGULAR MILITAR, FUE EL MÁS IMPORTANTE ESLABÓN ENTRE LA IGLESIA Y LOS INDÍGENAS. LA PRESENTE MISIVA ES SOLO UNA, ENTRE LAS MUCHAS QUE EXISTEN, QUE DEMUESTRAN LA CERTEZA DE LO AFIRMADO.-
(Material extraido de la Biblioteca y Archivo del Arzobispado de Buenos Aires: Legajo de Monseñor Aneiros sobre conversión de los indios. / Cardenal Copello, Santiago Luís. Gestiones del Arzobispo Aneiros a favor de los Indios, hasta la Campaña del Desierto, Capítulo “Correspondencia con los caciques” y muchas otras prestigiosas fuentes).-
Buenos Aires, diciembre 7 de 1876
Al
Sr. Cacique Manuel Namuncurá:

Agradezco mucho su apreciable del 8 de noviembre, que trajo el Capitán Solano, sintiendo cuanto me dice en ella de la guerra y sus estragos. Debo decirle con franqueza que no apruebo la guerra y que Ustedes deben hacer todo esfuerzo por cortarla. Persuádanse que el Gobierno debe ser respetado y no oponérsele con las armas. Si él toma posesión de algún terreno es para establecer allí el orden, y para hacer el bien de todos Ustedes; no han de perder, aunque les parezca, sino que ganarán mucho. El Gobierno no puede traer aquí, a la plaza de la Victoria, los terrenos, sino que quedan ahí, y se van mejorando con buenos edificios, casas, escuelas e iglesias, allí pueden ir los Padres Misioneros y llevarles muchas cosas. Ustedes se equivocan al resistir con la fuerza. El Gobierno entonces tiene que hacer uso de las armas y no habrá más que desgracias. Crea lo que digo Sr. Cacique. Dejen las armas, no peleen y nos los han de pelear a Ustedes, y en cambio Tendrán muchos bienes. Yo sé que hay muchos malos cristianos y creo que les han hecho a Ustedes muchas injusticias y maldades. Pero se equivocan Ustedes si no hacen buenos arreglos lo han de perder todo.
Ud. cree que yo tengo mucha influencia y yo veo que ni con Ustedes la tengo. Si yo tuviera influencia y se hiciese lo que manda la ley de Dios, las cosas andarían de otro modo. Tengo sí mucho deseo que no haya guerra y que Ustedes sean felices. Creo que lo serían siguiendo los consejos de la Religión, le suplico que, una vez por fin, se entregue con entera confianza a Dios y a sus ministros, ofreciéndole mi voluntad de hacer cuanto fuere posible por Ustedes y de proporcionarles algunas comodidades para todos. Mientras las cosas no anden así, yo no puedo dar ni buscar recursos, que se perderían viciosamente.
Sin más me repito A. S. y C.

Federico Aneiros
Arzobispo de Buenos Aires

Libro de notas, secretaría del arzobispado, año 1876, pág. 88

MÚLTIPLES FUNCIONES DEL CAPITÁN RUFINO SOLANO. CARTA DEL CACIQUE MANUEL NAMUNCURÁ AL ARZOBISPO FEDERICO ANEIROS

EL TEXTO DE LA CARTA TRANSCRIPTA, DEMUESTRA LA INVALORABLE ACCIÓN DE PACIFICACIÓN Y DE COLABORACIÓN EN LA EVANGELIZACIÓN DEL CAPITÁN RUFINO SOLANO. ESTE MILITAR, SIN DESATENDER SUS FUNCIONES Y DEBERES ESPECÍFICOS, ENCOMENDADOS POR EL GOBIERNO NACIONAL APROVECHABA TODA OCASIÓN PARA ALIMENTAR EL CONTACTO DE LA IGLESIA CON LOS LÍDERES ABORÍGENES. ELLO LE PERMITIÓ OBTENER UN BIEN GANADO PRESTIGIO EN TODOS LOS SECTORES DEL ESPECTRO SOCIAL DE LA ARGENTINA DE AQUELLA ÉPOCA. PERO, SIN TEMOR A EQUIVOCARNOS, EL MÁS VALIOSO PRODUCTO DE ESTE FLUIDO TRATO, FUE EL DE LOGRAR EJECUTAR EL OBJETIVO QUE ESTE MILITAR SIEMPRE TENÍA EN MENTE: LA REDENCIÓN DE LOS CAUTIVOS.
EN EFECTO, ESTA ACCIÓN LLEVADA A CABO DURANTE LARGOS AÑOS, EVITÓ MAYORES DERRAMAMIENTOS DE SANGRE Y LA RECUPERACIÓN DE LA LIBERTAD DE CENTENARES DE PRISIONEROS (QUIZÁS MILES), DE AMBOS BANDOS.-
Al Exmo. Sr. Arzobispo Aulón Capitular de Buenos Aires
Dn. Federico Aneiros
Salinas Grandes, 9 Nobe. 1876.
Exselentísimo señor: aprovecho la oportunidad de saludar de B.E. por medio de la presente y por conducto del capitán Dn. Rufino Solano, este capitán marcha a presentarse hante el superior Gobierno; y aciéndole presente a B.E. que cuando se presentó a ésta, el reverendo padre Dn. Jorge María Salvaire estávamos en principios de tratados para los arreglos de paz; cuando se ha ofrecido por otra parte la prosecución de la guerra que hando dimanada por disgustos de desavenencias con algunos indios y las fuerza de los cristianos cuyos se concentraron a esta parte del Territorio que me pertenece y el Sr. Reverendo Padre conoce estos campos son los que me sirven para tener mis invernadas y por fin siempre reclamo el campo que me pertenece en lo cual hoy estamos en guerra matándonos unos a otros cosa que sería mejor fuesen desocupados los campos que se hallan ocupados por las fuerzas de los cristianos y tratar después en los arreglos de paz. B.E. como ministro de Dios, así como representa su personalidad, y como persona de mucha influencia pa. Con el superior Gobierno el Sr. Ministro de la Guerra para evitar los grandes destrozos que se hacen todos los cristianos mediante la guerra puede meditar con el Superior Gobierno para que sehan desocupados los campos que reclamo al superior Gobierno por ser de derecho de los indios y dejándomelos libremente, hacepto los tratados de paz; pues de lo contrario los cristianos pierden sus haciendas y familias y poblaciones que son pasadas por las llamas y todos sus intereses que pueden perder por medio de la guerra pues los indios no tienen que perder tantos intereses como los cristianos pues nosotros no tememos que nuestras familias que se nos pueden quitar y nada que perder de poblaciones de haciendas u otros intereses y trabajos como los tienen los cristianos de lo cual hestando en los arreglos de paz serán más modificados estos daños que perjudican a toda humanidad.
Como B.E. conoce bien y es antiguo en nuestras relaciones esperamos de su influencia se nos atienda el Superior Gobierno en estos reclamos que hago a nombre de todos los principales caciques de los indios y dar un nuevo regim a las marchas de nuestras disposiciones.
Si en caso el superior Gobierno acepta los tratados de paz, al Capitán Dn. Rufino Solano se le dan treinta días de plazo contados desde la fecha para que se le presente hante mí pasado este término queda nula nuestra petición para los arreglos de paz y siempre se proseguirá la guerra que dimane de la defensa de nuestros campos. Recomiendo mucho a mi sobrino Amaro para que se le dea una buena educación.
Al mismo tiempo espero de B.E. se sirva mandarme los veinte mil pesos que le he pedido por medio del reverendo Padre Dn. Jorge María Salvaire y para mi hermano Dn Alberito Reumay los cinco mil más y pa. Mi secretario Dn. Bernardo Namuncurá el par de estribos de plata Carrileros.
Cuya cantidad se le entragará al Capitán Dn. Rufino Solano. Recibirá muchos recuerdo de mi parte y de mi hermano Dn. Alberito Reumay y de mi secretario Dn. Bernardo Namuncurá y se los dará al reberendo Padre Dn. Jorge María Salvaire.
Sin otro objeto espero me conteste con el Capitán Rufino Solano, repitiéndome de B.E. su afectísimo servidor.
Manuel Namuncurá

Archivo de la secretaría del arzobispado, legajo El arzobispo Aneiros y la conversión de los indios, también se encuentra transcripta en el libro: El Cacique Namuncurá: Último soberano de las pampas. De Adalberto A. Clifton Goldney, Coronel. Publicado en Febrero de 1964 por Editorial Huemul S.A. Bs. As.-

EL CAPITÁN RUFINO SOLANO EN LAS TOLDERÍAS. CARTAS DE ADOLFO ALSINA AL CACIQUE MANUEL NAMUNCURÁ Y DEL GENERAL RIVAS AL MINISTRO MARTÍN DE GAINZA

EL CAPITÁN RUFINO SOLANO EN CADA MISIÓN SE JUGABA LA VIDA, PERO EN ALGUNAS DE ELLAS MUCHO MÁS QUE EN OTRAS. PORQUE EN ALGUNOS PERÍODOS, LA PAZ Y LA TRANQUILIDAD DE LA REGIÓN ESTALLABA EN PROFUNDA CRISIS, CASI SIEMPRE DEBIDO A INCUMPLIMIENTOS DE PACTOS Y TRATADOS. GENERALMENTE EL CAUSANTE DE ESTOS DESARREGLOS ERA EL GOBIERNO NACIONAL, AUNQUE, JUSTO ES DECIRLO, NO TODAS LAS VECES.
SEA COMO SEA, IGUALMENTE EL CAPITÁN RUFINO SOLANO TENIA QUE SALIR "EN COMISIÓN" Y ADENTRARSE HASTA LAS MISMAS TOLDERÍAS. ESTO ACONTECIÓ VARIAS VECES DURANTE SU DILATADA CARRERA EN LA QUE HUBIERON VARIOS CAMBIOS DE AUTORIDADES. DE TODOS MODOS, SIENDO EL INTERLOCUTOR MÁS VÁLIDO Y APTO, SE LE ORDENABA DIRIGIRSE A AQUELLOS SITIOS, DONDE POCOS SE ATREVÍAN.
SI BIEN EN ALGUNA OPORTUNIDAD LLEGÓ A QUEDAR "RETENIDO", SIEMPRE SE LE PERMITIÓ VOLVER Y ASÍ LLEGAR A MORIR DE ANCIANO.
PARA EL CUMPLIMIENTO DE ESTAS MISIONES DEBÍA PERMANECER LARGO TIEMPO EN LOS TOLDOS, ESPERANDO UNA RESPUESTA. SI LA RESPUESTA ERA POSITIVA, A MENUDO LO ERA, APROVECHABA PARA TRAERSE ALGUNOS CAUTIVOS.
TRANCRIBIMOS ALGUNAS CARTAS QUE MUESTRAN AL CAPITÁN RUFINO SOLANO VIVIENDO LAS CIRCUNSTANCIAS NARRADAS.
.
(1º)
Ministerio de Guerra y Marina
Buenos Aires, septiembre 30 de 1876.
Señor Cacique General D. Manuel Namuncurá:

En contestación a la nota de Ud. que me ha entregado el Capitán Solano (1) paso a decirle la respuesta.
El gobierno Nacional ha ocupado Carhué y a los otros puntos que Ud. sabe, no porque lo necesite, sino porque quiere garantirse contra los robos que Ud., Catriel y Pincén, ayudados por indios extrangeros, hacen en nuestros campos.
Con mucho hablar y con mucho escribir, no hemos de adelantar camino, ni hemos de hacer las paces.
Me hace Ud. en su carta la historia de su derecho a las tierras de Carhué.
Yo podría contestarle haciéndole también la historia del derecho de mi Gobierno, a las tierras de Tres Arroyos, Necochea, Juaréz, Azul, Olavarría, Tapalqué y otras más, donde los indios entran siempre que pueden, para robar, matar, cautivar y quemar.
Después de hacer con Catriel el último tratado en el Azul, tratado al cual faltó de la manera más traidora, le escribí a Ud. invitándolo a un gran Parlamento para hacer tratados y al cual yo asistiría personalmente. Su contestación fue evadir y ayudar a Catriel para que se sublevara.
En mi carta anterior le decía y ahora se lo repito, que hago la guerra solamente a los Catrieles, no a sus capitanejos, ni tampoco a la gente de ellos.
Si quiere, créame. Cuando catriel estuvo frente a Olavarría en Parlamento a principios del mes de agosto, dejó un indio para que fuese portador de mis proposiciones.
Pregúntele si ha recibido algunas. Para Terminar y para darle una prueba de que el Gobierno no le engaña cuando le dice que está dispuesto a hacer tratados con Ud. le propongo lo siguiente:
Las fuerzas del Gobierno se retirarán de Carhué, Puan, Guaminí, Trenque Lauquen e Italó y ocuparán una línea que pase por Sauce y por el Tordillo (2).
Cada tres meses recibirá Ud. el racionamiento con hacienda, yerba y tabaco en la cantidad que se convenga (3).
Ud., sus parientes, hermanos y demás capitanejos, recibirán un sueldo con arreglo a sus clases.
Esto es lo que el Gobierno les ofrece. Si Ud. acepta necesito saber cuáles son las garantías que Ud. me da de que su tribu no invadirá ni dejará invadir a los chilenos ni a Catriel.
El Capitán Solano deberá ser despachado por Ud. con la respuesta a esta carta antes de cumplirse veinte días de haber llegado a los toldos de Ud.
Si después de haber recibido esta nota me invadiese o permitiera que otros lo hagan, antes de que Solano esté aquí de vuelta, quiere decir que lo Ud. busca es la guerra con el gobierno y entonces le haré el gusto haciéndosela a Ud. como no se la imagina. Acepte lo que le propongo que es lo que más le conviene.
Le saluda S.S.
Adolfo Alsina
(1) Pago Inmediato de 200 millones de pesos o desalojo de Carhué.
(2) 40 leguas (200 km.) a la retaguardia de Carhué, camino de San Carlos.
(3) Racionamiento para veinte mil indios.
fUENTE: Cilton Goldney, Adalberto A., "Namuncurá. Último soberano de las Pampas, Buenos Aires, Febrero de 1964, Editorial Huemul S.A.
.
(2)
11) MUSEO HISTORICO NACIONAL, DOCUMENTO Nº 6484, LEGAJO 43
CARTA DE IGNACIO RIVAS AL CORONEL DON MARTÍN DE GAINZA
Azul enero 12 de 1873
Exmo. Sr. Ministro
Coronel Don Martín de Gainza
Estimado Sr. Ministro
Es en mi poder su apreciable del 9, en ella me dice Ud. que mi carta sobre la Guardia Nacional, la paso al gobierno de la Provincia y que me adjunta su contestación, lo cual no ha llegado a mi poder sin duda por olvido.
La autorización oficial para dar de alta al teniente Don Manuel Espindola, aun no ha llegado a mis manos.
Ud. me dice que ve que el año nuevo ha empezado con pedidos efectivamente es así, pero sino los hago a Ud. a quien puedo hacerlos, cuando tenga necesidad de ello.
Pero haciendo un cambio de frente, voy no a hacer pedido pero si reclamos, que espero me atienda porque son justos.
Ahora? dire algo respecto a nuestro compadre.
Estoy muy intranquilo con la demora del Capitan solano, pues hacen cuarenta y tantos días que salio de aquí y no tengo ni aviso de él, ni chasque de Calfucurá, es presumible que este indio este fraguando? alguna combinación ministro, en la que me afirma mas y por saber que los datos de indios que diariamente entraban a “Bahia Blanca” hace algunos días que no llegan.
En vista de ello, tomo todas las medidas de seguridad y empleo todas las medidas de seguridad y empleo todos los medios conducentes a ver si puede saberse algo de los preparativos de ese indio y su tribu para ---ilegible----, efectue un viage a la Blanca de donde regrese ayer después de algunos días de permanecer alli.
He tenido aviso que el coronel Murgas, ha marchado con la fuerza nueva Roma, con direccion a Colinda? por haber tenido convencimiento de una invasión que se prepara a Patagones, si ella tiene lugar tengo esperanzas que habra algo, pues lleva una columna de fuerza bien dispuesta, con muchos vecinos que lo acompañan voluntariamente, también el vecindario de caballos bastantes para esa marcha.
Pronto espero saber algo, respecto a Calfucurá y se lo trasmitiré sin demora al Sr. Ministro expresándole mis vistas según el caso aconseje.
Como siempre muy affmo. y SS . Fdo. I. Rivas
P. Algunos puntos que no ha tenido en esta carta, le reautorizado al mayor Michichino? para que lo haga verbalmente
Vale

sábado, 1 de noviembre de 2008

CARTA DEL GENERAL IGNACIO RIVAS AL MINISTRO DE GUERRA Y MARINA CORONEL MARTIN DE GAINZA

FOTOGRAFÍA DE LA CARTA ORIGINAL QUE SE HALLA EN EL ARCHIVO GENERAL DE LA NACION. ENVIADA POR EL GENERAL IGNACIO RIVAS AL MINISTRO DE GUERRA Y MARINA, EL CORONEL MARTIN DE GAINZA. EN LA MISMA SE PUEDE APRECIAR LA VALIOSA FUNCION QUE DESEMPEÑABA EL CAPITÁN RUFINO SOLANO EN SU ROL DE INTÉRPRETE E INTERMEDIARIO EN LAS NEGOCIACIONES DE PAZ, CANJE DE PRISIONEROS Y RESCATE DE CAUTIVOS.
(HAGA "CLIC" SOBRE LAS FOTOS, PARA PODER LEERLAS)


A continuación, se transcribe de manera textual el contenido de la misma:
CARTA DE IGNACIO RIVAS A MARTIN DE GAINZA
Azul, noviembre 4/72
Señor Ministro de Guerra y Marina
Coronel Don Martín de Gainza
“Mi estimado Sr. Ministro y amigo”
Por el mayor Niebla he recibido su apreciable del 21 próximo pasado.
Por fin ha llegado el Capitán Solano de los Toldos de Calfucurá con siete cautivos que éste me manda, cuya lista Nominal mando a la Inspección.
Según me dice Solano que habla bastante bien el pampa Calfucurá, sus hijos mayores y sus principales caciques están muy bien dispuestos para la paz, y Solano me asegura que Calfucurá y sus indios no han tenido ninguna parte en estas últimas invasiones, todas ellas han sido practicadas por Pincén y los que lo acompañan.
Por las cartas de Calfucurá que le adjuntó // pronto y mas ...?
Por todos estos puntos necesito que el Sr. Ministro me conteste a la brevedad para tener un punto fijo de partida en mis arreglos.
Me permito adjuntarle una carta que he recibido hoy del Comandante Lagos- y copia de la contestación que le doy y creo será conveniente que el Sr. Ministro le dé la orden para que no se mueva. Porque en estas circunstancias vendría a echar a perder todo y por la misma carta de Lagos veo que está en completo error sobre la situación de los indios.
Le pido al Sr. Ministro que después de impuesto de todos los adjuntos? se sirva mandármelas para contestarlas.- Entre líneas = “ Carué” vale –
Aprovecho esta oportunidad para repetirme a Ya SSS? I. RIVAS
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Como la trancripta, han llegado hasta nuestros días decenas de cartas de idéntico tenor, todas demuestran acabadamente la manera en que el capitán Rufino Solano desplegaba su benéfica y efectiva acción; no solo actuando para el Gobierno, sino que también para la Iglesia en su tarea de evangelización, para asociaciones de particulares y también cumpliendo la función de militar, que le era propia.
Del mismo modo, existen numerosas misivas dirigidas por los distintos jerarcas indigenas (caciques y capitanejos) en las cuales se puede apreciar como, de manera expresa, estos le encomendaban al capitán Solano la protección de los integrantes de sus embajadas, además del traslado de sus peticiones y necesidades ante el Gobierno Nacional, las autoridades de la Iglesia y demás autoridades civiles y militares. En el transcurso del presente blog, serán expuestas algunas de ellas.

CARTA DEL GENERAL IGNACIO RIVAS AL MINISTRO DE GUERRA CORONEL MARTIN DE GAINZA EN ELAÑO 1872

En el Archivo General de la Nación, Catálogo de documentos del Museo Histórico Nacional, año 1952, Argentina, se encuentran decenas de cartas originales que testimonian la notable e inigualable actuación del Cápitán Rufino Solano. En la siguiente carta que a continuación de las fotos hemos tratado de decifrar. muchas de ellas se hallan en este proceso.

Azul, noviembre 11 de 1872
Excmo. Sr. Ministro
Coronel Don Martín de Gainza
Estimado Señor Ministro
Es en mi poder su apreciable del 7 del corriente en contestación a la mia del 4 del mismo.
Me voi a permitir hacer algunas observaciones sobre los distintos puntos que ella toca demostrando mis vistas al respecto.
El hecho de existir cien hombres en los toldos de Calfucurá, a mi modo de ver, no amenaza la consecuencia que Ud entreve, puestos que estos se han de hallar garantidos, por la mayor fuerza que debe estar en Carua? y en asecho de los mismos …….de aquel indio. Por lo cual veo con satisfacción que estamos de acuerdo, por la indicación que hize a Ud. en mi anterior y que Ud. me repite en la suya.
Bien pues ……..en esa condición ¿Qué ventaja reportará Calfucurá con la fricción de esos cien hombres?
¿Cómo me ha de comprender que tal procedimiento le daría consecuencias funestas?
Este, aparte de la buena disposición en que se manifiesta, los hechos que así lo comprueban evidentemente, y la aceptación que hace de todas las proposiciones de paz.
Yo como Ud. siempre he creido que Calfucurá en todos y cada uno de sus convenios, ha sido dominado por el espiritu de mala fe, pero hoy creo que declina y desfallece en sus disposiciones malignas tal vez a causa de su estado de setuagenario? que le hace aspirar a pasar tranquilo, los pocos días de vida que le restan.
Yo como Ud. creo necesario precaverse, a fin de adyunar? las tratativas que aun puede hacer después de celebrado los tratados en sentido de felonia?
Pero estas consideraciones creo no pueden ni deben influir de manera alguna en el sentido de la abstención de lo que debemos realizar con arreglo al que aconsejo las conveniencias en nuestros propósitos.
Creo Sr. Ministro que es necesario tantos los medios convenidos. Los resultados se ofrecen siempre en un sentido favorable para nosotros y no debemos ……………los trabajos que ya hemos hecho y por los que hemos alcanzado lo que hasta hoy no han podido obtener ningunos otros.
………………………pues, con Calfucurá una amalgama aparente sigamos en una …….. calculada, y marchense al fin que nos proporcione. La destrucción de este cacique. Ud. es nuestro propósito y creo que tendremos la felicidad de ver como ……. nuestra obra, en bien general de la República.
Para alcanzarlo, de acuerdo con sus vistas de Ud. y una vez arreglado con Calfucurá pienso situar en Carue las fuerzas de “Bahia Blanca” y “Sauce Corto” mandándole la escolta …………………………..
Una vez establecido alli el campamento debemos tratar de dotar esa fuerza de los elementos necesarios, …………………en cuanto me sea posible y ………………….en buenas condiciones trendremos fija la mirada en la ocupación de Guaminí y una vez alcanzado habremos resuelto el problema tan difícil hasta hoy.
El contacto diario en que ha de estar la fuerza de Carue con la escolta de Calfucurá, permitirá ………. Los movimientos de las tolderías, y pDoder parar cualquier intento de aquel indio, si es que ha de prodecer de mala fe.
En cuanto a las haciendas para el rescate de cautivos, por el momento puede ser de quinientas yeguas, no para ser entregadas a Calfucurá.
Para ello creo que el modo mas conducente al buen éxito, es mandar al Capitán Solano con veinte indios de Catriel para mas garantía, y este se ocupa en el cambio, entregando veinte y cinco yeguas por cada un cautivo que se le dé : para el efecto avisar con anticipación a Calfucurá para que sus indios …………………el cambio y reunan el mayor numero que puedan.
La esperiencia ha demostrado Sr. Ministro con ………………, que para celebrar tratados con los indios es de practica e indispensable estimularlos con dadivas.
Calfucurá ha pedido algunas prendas y creo conveniente darselas, pues la negativa tal vez piense traducido por el como de mala fe de nuestra parte.
Necesario es hacer estos pequeños sacrificios para alcanzar el beneficio fruto, en pos del cual seguimos ha tanto tiempo y que nunca como hoy se presenta en condición mas posible de obtenerlo.
Ud. me recuerda los tratados celebrados por el General Arredondo con Mariano Rosa y Baygorrita desearia que el Sr. Ministro tenga la deferencia de hacerme conocer las bases de ellos, para utilizar la parte que sea mas conveniente y se adopte a los que hemos de celebrar con Calfucurá.
Se estima Sr. Ministro la orden que se ha servido dar, para suspender la operación el comandante Lagos.
Se agradece también la autorización que me acuerda para la compra de ponchos mantas y con destino a los indios, de Calfucurá.
Hoy ha llegado la comisión que esperaba de Calfucurá encabezado por Curuil?
Después de oir a este cacique ..? y a Cañumil confirme mas y mas la buena disposición de Calfucurá.
Todo me …………a pedirle a Ud. que no se alarme en vista de lo pedido por este indio, pues sus exigencias en su mayor parte surgen de la condición natural de desconfianza de que siempre se encuentra animado.
No me atrevo por el momento a asegurarle pero tengo casi seguridad de poder destruir la condición Pincen pues sus mismos indios, creo que lo conseguiré oportunamente se lo demostraré de un modo mas preciso, lo que se efectivamente alcanzar no dejará de ser de suma importancia.
Nada mas por el momento
Me repito como siempre su Affmo. y SS
Fdo. I. Rivas

EL CAPITÁN RUFINO SOLANO, EL DIPLOMÁTICO DE LAS PAMPAS. "UN FIEL SERVIDOR DE LA PATRIA"


SALVÓ CIENTOS DE CAUTIVAS, ENTRE OTRAS COSAS



El Capitán Don Rufino Solano actuó en la llamada “Frontera del desierto” entre los años 1855 y 1880, donde desarrolló un papel incomparable dentro de nuestra historia argentina. Durante su labor, conoció y trató personalmente con las más altas autoridades del Gobierno Nacional, tales como Justo José de Urquiza, Domingo F. Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Bartolomé Mitre, Marcos Paz, Adolfo Alsina, Martín de Gainza y, al final de su carrera, intercedió ante Julio A. Roca. En el ámbito militar actuó y combatió bajo las órdenes del Coronel Álvaro Barros, Coronel Francisco de Elías, General Ignacio Rivas, Coronel Benito Machado, entre otros. En el terreno eclesiástico, fue además el eslabón militar con el Arzobispado de Buenos Aires, en la figura de su Arzobispo Monseñor León Federico Aneiros, denominado “El Padre de los indios”. Esta última tarea lo llevó a actuar de manera estrecha con el Padre Jorge María Salvaire, mentor y fundador de la Gran Basílica de Nuestra Señora del Luján.

Este militar, con verdadero arte y aplomo, también se vinculaba y relacionaba con todos los Caciques, Caciquejos y Capitanejos de las pampas, adentrándose hasta sus propias tolderías para contactarlos. Mediante estas acciones, logró liberar cientos de personas, entre cautivas, niños, canje de prisioneros, etc. De igual manera, por medio de sus oficiosas gestiones, recuperaron la libertad camaradas e incluso funcionarios, comenzó a los 19 años de edad cuando logró liberar a Don Exequiel Martínez, Juez de Paz de Tapalqué y toda su comitiva; continuó con esta tarea durante 25 años más, en una época donde arreciaban los terribles malones tanto a los poblados, como en la zona rural.

Asimismo, como inmediata consecuencia de su valiosísima tarea mediadora y pacificadora, logró evitar incontables enfrentamientos y contener ataques a las poblaciones. Actividad que fue expresa y directamente encomendada por las más altas autoridades nacionales. Es por ello, que prestigiosos y académicos historiadores, concluyen sin vacilar que “durante casi veinte años el Capitán Solano logró mantener la paz en sus confines (sic)” R. Entraigas, Op. Citada. Galardonan su legajo militar dos glosas manuscritas por el Coronel Álvaro Barros, fundador de Olavarría y primer gobernador de la Patagonia, donde lo colma de merecidos elogios.

Por este don que poseía, el Ministro de Guerra Adolfo Alsina, ante una gran multitud reunida en el Azul en el mes de diciembre del año 1875, le manifestó: “Capitán Rufino Solano, usted en su oficio es tan útil al país como el mejor guerrero”. Es que, mediante tratados de paz, logró evitar inminentes ataques en la frontera del desierto, extensa región de nuestro país donde existía mucha debilidad y que quedó muy desprotegida durante la guerra con Paraguay.



Si bien era poseedor de una gran valentía, lo que más identificaba a este muy particular militar era su técnica y poder de persuasión, no solo porque dominaba el idioma araucano a la perfección, sino porque además sabía como plantarse y dirigirse ante los bravos y recelosos caciques, demostrando además lealtad, sinceridad y honestidad en su trato; esta innata virtud le permitió gozar del máximo prestigio y confianza de ambos bandos.

Mediante su atinado manejo de las situaciones críticas, logró evitar mayores derramamientos de sangre y por este aspecto, con toda justicia, se lo conoció como “El diplomático de las pampas”. Su actividad se vio interrumpida cuando el General Julio A. Roca decidiera llevar a cabo la “conquista del Desierto”, en 1880, contienda en que la que Rufino Solano no participó. Pero actuó valientemente como soldado cuando debió defender a los suyos, como veremos más adelante.

En cumplimiento de su tarea, se lo vio acompañando a cuanta delegación de indígenas se acercó a Buenos Aires a parlamentar con las autoridades nacionales, sean estas políticas, militares o eclesiásticas. Cuando venía con estas embajadas, se alojaba en el Hotel Hispano Argentino o cualquier otro de Buenos Aires, en muchas ocasiones en los Cuarteles del Retiro, desde donde iba con ellos a las distintas entrevistas y audiencias, finalizadas las mismas, los acompañaba de regreso, cabalgando junto a ellos, rumbo a la frontera.

El diplomático de las pampas


Durante sus servicios, efectuó travesías de miles de kilómetros a caballo, siempre acompañado por un puñado de soldados e incluso en riesgosas ocasiones se aventuraba en soledad; solía pasar varias jornadas en las tolderías, donde era admitido y aceptado merced al enorme respeto y consideración que se le tenía, cada acercamiento le permitió retirarse llevándose cautivas y prisioneros de los indios.

Este “hombre de dos mundos” sabía hablar el idioma de los indígenas y sus distintos dialectos a la perfección, especialmente el araucano, la lengua de Calfucurá, Namuncurá, Pinsén, etc., manejando los términos adecuados para manifestarse ante estos líderes. También poseía esta valiosa habilidad para tratar con sus mandos, en su propio idioma castellano, tanto militares como del Gobierno Nacional, a fin de arribar a acuerdos ecuánimes y que finalmente se cumplieran. Esta honestidad en su comportamiento, le permitía al Capitán Solano ser siempre bien recibido en las tolderías para lograr salvar nuevas vidas.

En cierta ocasión, durante sus patrullas por la frontera, sorpresivamente se encontraron rodeados por una gran cantidad de indios, Solano iba con un reducido número de hombres. Sus soldados, armas en mano, se prepararon para una rápida retirada a campo abierto, pero el Capitán les ordenó que se quedaran quietos, comprendió que actuando de esta manera lo único que iban a conseguir sería que los “chucearan” por la espalda. En vista de ello, les pidió que esperaran, que iría a parlamentar para tratar de salvar sus vidas, y de inmediato se dirigió decidido y solo hacia un individuo que, por su postura y aspecto, parecía era el líder de la indiada. Tras este parlamento, donde solo Díos sabe lo que le dijo, como resultado del mismo todos se adentraron hasta la toldería y al cabo de unos días regresaron sanos y salvos, incluso con un grupo de cautivas y prisioneros, siendo escoltados por los propios indios hasta las cercanías del fuerte. Este hecho y muchos episodios más, se encuentran plasmados en valiosos manuscritos de la época, obrantes en el Archivo Histórico del Ejército Argentino, como claro testimonio del prestigio que gozaba el ilustre azuleño.

Durante su larga vida de frontera, son innumerables los momentos en que la vida del Capitán Solano en la cual estuvo a cinco centímetros de punta de una lanza, donde logró salvar su vida, y la de muchos, gracias a esta prodigiosa habilidad que poseía.

Rufino Solano actuó en los Fuertes Estomba, Blanca Grande y del Arroyo Azul, entre tantos otros, y por su desempeño militar se lo considera uno de los forjadores de las fundaciones de las ciudades de Olavarría, San Carlos de Bolívar, lugares donde le tocó servir.

Rescate de prisioneros de la ciudad de Rosario, Santa Fe

Para el año 1873, en un multitudinario acto, le fue entregada en la ciudad de Rosario, Pcia. de Santa Fe, una medalla de oro en premio a sus servicios rescatando prisioneros y cautivas residentes en esa ciudad. Dicha misión, cumplida con absoluto éxito, le había sido encomendada por La Sociedad de Beneficencia y la Comisión de Rescate de Cautivos, ambas de Rosario. En dicho acto también se le hizo entrega de un pergamino de gratitud el cual manifiesta lo siguiente: “Rosario, 5 de agosto de 1873. Al Capitán Don Rufino Solano: Me es satisfactorio dirigirme a Ud. Participándole que el “Club Social” que tengo el honor de presidir resolvió en asamblea general obsequiar a Ud. Con una medalla de oro que le será entregada por el socio Don José de Caminos la que tiene en su faces verdadera expresión de los sentimientos que han inspirado al “Club Social” a votar en su obsequio este testimonio de simpatía y agradecimiento por la atenta abnegación y generosidad con que penetró hasta las tolderías de los indios de la Pampa para realizar el rescate de los cautivos cristianos, llevando con plausible resultado la difícil y peligrosa misión que le encomendó la Comisión de rescate del Rosario. Esta sociedad no podrá olvidar tan preciosos servicios y ha resuelto acreditarle estos sentimientos con este débil pero honroso testimonio. Manifestando así los deseos del “Club Social” del Rosario, me complazco en ofrecer a Ud. Toda mi consideración. Firmado: Federico de la Barra (Presidente)”.
Dicho acontecimiento fue reproducido en las primeras planas de todos los diarios de la de la ciudad de Rosario y de la Capital Federal, de aquella época. Nos parece justo reproducir el artículo aparecido en la primer página de la edición del día 14 de marzo de 1873, del Diario “El Nacional”, el principal de la ciudad de Buenos Aires, que de manera textual dice lo siguiente: “JUSTICIA AL MERITO – El Capitán Solano, que fue comisionado para rescatar los cautivos del Departamento del Rosario, regresó ayer de aquella ciudad, es donde nos dice ha merecido las más cordiales atenciones de la Comisión para el rescate de cautivos, y con especialidad del círculo denominado “Club Social”, compuesto de lo más distinguido y de lo más culto de la sociedad del Rosario; cuya asociación le discernió el honor de acordarle una medalla de oro en recuerdo de estimación y gratitud a sus muy importantes servicios. Ese acto tan bien inspirado debe ser imitado en ocasiones análogas por todos los pueblos argentinos, que suelen ser olvidadizos con el verdadero mérito. Es una iniciativa que honra altamente al pueblo del Rosario y evidencia su cultura y sus sentimientos delicados, como hace doblemente simpático al “Club Social”, al cual enviamos como argentinos las más ardientes felicitaciones, por el acto de justicia y de moral social de que acaba de dar tan noble ejemplo a su país. El “Club Social” que es al Rosario lo que el del “Progreso” es a Buenos Aires, abre sus amenos salones a los lejítimos (sic) placeres del espíritu, pero tiene un pensamiento inteligente y trascendental para los generosos estímulos, y ha de influir necesariamente en orden a los adelantos del país. El Capitán Solano que sigue viage (sic) para la frontera, va lleno de justa satisfacción y gratitud”. Acciones como esta, se repitieron innumerables ocasiones durante la vida del Capitán Solano.

Luego de finalizar la conquista, los indios continuaron buscando al Capitán Rufino Solano para que les ayudara a conseguir tierras donde vivir y muchos de ellos las consiguieron gracias a su gran influencia y prestigio, conduciéndolos ante el Presidente de la Nación, el General Julio A. Roca, a efectuar sus justos petitorios; así lo hicieron el Cacique Valentín Sayhueque, Manuel Namuncurá, Lorenzo Paine-Milla, la Reina de los Indios Catrieleros Bibiana García, entre muchos otros caciques más. En esos territorios obtenidos hoy se peden ver enclavadas las ciudades de Catriel, Valcheta y otras tantas poblaciones, dentro del territorio de las provincias de Buenos Aires, La Pampa y de Río Negro.

Blanca Grande, Olavarría. Batalla de San Carlos, Bolívar. Muerte de Calfucurá.

El capitán Rufino Solano intervino en numerosas batallas en defensa de los pueblos fronterizos, enfrentándose al ataque de malones (San Carlos de Bolívar, Azul, Olavarria, Cacharí, Tapalqué, Tandil, Bahía Blanca, Tres Arroyos, etc.), entre ellas son dignas de mencionar su intervención en Blanca Grande a las órdenes de los coroneles Benito Machado y Alvaro Barros, sentando las bases de la actual ciudad de Olavarría, y luego, a partir de 1868, permaneció en la ciudad de Azul junto al coronel Francisco Elías. Posteriormente a las órdenes del General Ignacio Rivas, ya con el grado de capitán, participó en la feroz e encarnizada batalla de San Carlos, el 8 de marzo de 1872, abriendo los cimientes de la que es la actualidad la ciudad de San Carlos de Bolívar; en esta última contienda, que duró todo el día, los indios, reconociéndolo, le gritaban “pásese Capitán !!”. En esta batalla, en la que participó como jefe del cuerpo de baqueanos, y fue debido a sus indiscutibles conocimientos de los campos que la División del General Ignacio Rivas logró hacer marchas rapidísimas.
Su intervención en San Carlos no impidió a este valiente soldado, que al poco tiempo de esta decisiva batalla, se presentara nuevamente en la propia toldería del temible cacique Juan Calfucurá (Piedra Azul), su contrincante vencido, apodado “El Soberano de las pampas y de la Patagonia”, siendo casi un milagro que no lo mataran; pero no solo no ocurrió ello, sino que al cabo de algunos días pudo retirarse llevándose consigo decenas de cautivas a sus hogares.

Este episodio es único e inolvidable, porque Calfucurá, sintiéndose morir, en la noche del 3 de julio de 1873, y viendo al Capitán Solano velando junto a su lecho, conmovido por este gesto, le indicó que debía retirarse de inmediato porque luego de su muerte lo iban a ejecutar junto con todas las cautivas. Con escaso tiempo, así lo hizo el capitán, e inmediatamente luego del fallecimiento del cacique, partió el malón en persecución del rescatador y las cautivas: se escuchaban cada vez más próximos los aterradores alaridos de sus perseguidores y cabalgando durante toda la noche, finalmente lograron salvarse llegando al día siguiente a sitio seguro. Fue así como el Capitán Rufino Solano fue el último cristiano que vio con vida a este legendario cacique, el cual, en sus últimos instantes de vida, tuvo este majestuoso gesto de grandeza y humanidad. Por esta verdadera hazaña, el Capitán Solano fue recibido con admiración y gratitud en Buenos Aires por el Arzobispo Aneiros, por el Presidente de la Nación y todo su gabinete en pleno. Monseñor Aneiros mandó a colocar, en el Palacio del Arzobispado, una placa conmemorativa de este singular suceso.

Su participación junto a la Iglesia.

A propósito de esta máxima figura de la Iglesia Argentina, el Arzobispo Federico León Aneiros, como dijimos, denominado “El Padre de los indios”, en numerosas oportunidades, el Capitán Rufino Solano le ofició de enlace e intérprete con diversas embajadas de líderes indígenas, con quienes, esta célebre autoridad eclesiástica del país, mantuvo reuniones en mencionado Hotel Hispano Argentino de Buenos Aires y en otras oportunidades, en la propia sede del Arzobispado. Por iniciativa de de este alto prelado, en el año 1872, entró en funciones el designado “Consejo para la Conversión de los Indígenas al Catolicismo”, con el primordial propósito de planificar y llevar a cabo misiones evangelizadoras en las zonas fronterizas, donde se hallaban asentadas las tribus de Cipriano Catriel, Raylef, Coliqueo, Melinao y Juan Calfucurá (Piedra Azul) y posteriormente su hijo, Manuel Namuncurá y padre de nuestro Ceferino Namuncurá.

La Iglesia anteriormente había intentado un acercamiento al aborigen, fue así como en enero de 1859, el Padre Guimón, asistido por los Padres Harbustán y Larrouy, bayoneses, se internaron en Azul para entrevistarse con el magnífico cacique Cipriano Catriel, manteniendo tres encuentros con este gran jefe. El primero de ellos fue halagüeño, mostrándose Catriel solícito para atender los requerimientos de los sacerdotes. En la segunda entrevista, el P. Guimón expuso los proyectos de su pretendida acción evangelizadora, expresándole: “Somos extranjeros, hemos consentido el sacrificio de abandonar nuestro país, nuestros parientes y amigos, con el solo fin de dar a conocer la verdadera religión… ¿No tendría el cacique el deseo de ser instruido en ella?”. “-¿Por lo menos negaría el permiso de enseñarla a la gente de la tribu y especialmente a los niños?”. Todo hacía prever la afirmativa respuesta del cacique, sin embargo, después de consultar al adivino y a los demás jefes, Catriel denotó su negativa. Finalmente, durante el tercer contracto, el cacique respondió de este modo: “No queremos recibirlo más en adelante, ni siquiera una vez, aunque fuera solo para satisfacción de su curiosidad”. Debido a este manifiesto y terminante rechazo demostrado por los indígenas, el misionero debió regresar a Buenos Aires, viendo totalmente frustrado su intento de acercamiento.

Catorce años mas tarde, el 25 de enero de 1874, arriba al Azul el Padre Jorge María Salvaire (lazarista) con idénticas intenciones de catequizar e impartir los sacramentos, pero esta vez contando el sacerdote y la Iglesia con la invalorable presencia intercesora del acreditado capitán Rufino Solano. Es así como debiendo internarse en la pampa, en dirección a los toldos de Namuncurá, la prudencia y la cautela de este notable sacerdote le aconsejaron la intervención de “…el capitán Rufino Solano, hombre experimentado en la vida de frontera, que en varias oportunidades y con el mismo fin había participado para Salinas Grandes, ganándose la confianza de los caciques y capitanejos, cuya lengua conocía a la perfección” (Monseñor J. G. Durán, Ops. citadas.)

Queda certificada la activa participación y la benéfica influencia ejercida por el capitán Solano, por la existencia de cordiales y afectuosas misivas dirigidas al mismo durante las tratativas: dos enviadas por el cacique Alvarito Reumay, fechadas el 15 de febrero y 13 de marzo de 1874 y una tercera remitida por el cacique Bernardo Namuncurá, el “escribano de las Pampas”, fechada el 13 de marzo de 1874. Es bien conocido que este último, Bernardo, fue el que salvó al Padre J. M. Salvaire cuando estaba a punto de ser ultimado por su hermano, el cacique Manuel Namuncurá, ambos hijos de Juan Calfucurá. (Archivo Basílica Ntra. Sra. de Luján, J. M. Salvaire, Fuente citada).

Son célebres los sucesos ocurridos en el transcurso de las mencionadas tratativas. La providencial intervención del mencionado Bernardo Namuncurá salvándole la vida al P. Salvaire, y las consiguientes promesas efectuadas a la Virgen del Luján por el Padre Salvaire, que han dado origen a la magna Basílica y a al proceso de beatificación del sacerdote, el cual se halla en trámite.

Fue así como el Capitán Rufino Solano trató, colaboró y le allanó el camino en la misión, casi quince años postergada, al virtuoso y venerable Padre Jorge María Salvaire, llamado “El misionero del desierto y de la Virgen del Luján”, logrando así la Iglesia tener un contacto mucho más frecuente y fluido con los caciques. Así lo testimonian expresivas correspondencias intercambiadas por el Cacique Manuel Namuncurá y el Arzobispo Aneiros, destacando este cacique la presencia del Capitán Solano guiando la delegación que iba a entrevistar al ilustre prelado, entre otros temas. (Capítulo “Correspondencia con los caciques”, Op. Citada, Cardenal S. L. Copello)

Fue el propio Padre Jorge María Salvaire quién, más tarde, colocó la piedra fundamental de la Gran Basílica de Nuestra Señora del Luján, el 15 de mayo de 1887, luego fue su Cura Párroco, y murió en la misma ciudad de Luján el 4 de febrero de 1899 a los 51 años de edad. Sus restos fueron depositados en la cripta situada en el crucero derecho de la Gran Basílica a los pies de la imagen de la Medalla Milagrosa, al lado del Altar Mayor, donde yacen hasta el día de hoy. Por su parte, los restos del Arzobispo Aneiros descansan en un mausoleo situado en el ala derecha de la Catedral de Buenos Aires, en la capilla consagrada a San Martín de Tours.

Por cierto, resulta una verdadera injusticia que la derruida tumba de este notable militar azuleño se halle ubicada en el rincón más apartado, abandonado y olvidado del cementerio de la ciudad de Azul, en un lugar que sin ayuda, difícilmente se la podría localizar.


Por la muy meritoria labor desplegada por el Capitán Solano, junto a estas emblemáticas figuras de la Iglesia, no son pocos los historiadores religiosos que lo señalan y lo refieren en señal de reconocimiento a su valiosa colaboración; incluso en la más reciente actualidad, el destacado historiador Monseñor Dr. Juan Guillermo Durán, miembro de la Academia Nacional de la Historia y Director del Departamento de Historia de la Iglesia, de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina, en el año 2001, vino hasta la ciudad de Azul para fotografiar la tumba del Capitán Solano, publicándola a página completa en su libro “En los Toldos de Catriel y Railef” (Editorial de la Pontificia Universidad Católica Argentina, 2002). Por estas sólidas e incuestionables razones, sin dudas, se puede afirmar que el Capitán Rufino Solano sigue siendo el militar más querido y reconocido por la Iglesia.

Hace aún más valiosa y resalta su intervención, el hecho de que su figura representó el punto de inflexión entre la función del ejército y la acción de la Iglesia, cuyas posturas y principios se mostraron en aquella época, por sus disímiles naturalezas, muy a menudo enfrentadas, incompatibles y hasta inconciliables.

Para comprender y valorizar la obra del Capitán Solano, es necesario ubicarse en el difícil contexto y en el paisaje de la época y en nuestra patria. Por esos días la frontera era como pararse en la orilla del mar, no había nada más que horizonte. En ese horizonte, de manera recóndita acechaba el peligro, los indios, la muerte, la cautividad. No existían árboles ni otro obstáculo natural que interrumpiera la visión, durante las agotadoras travesías se debía pernoctar en medio de aquella inmensidad, sin nada para cobijarse, solo existía cielo, tierra y distancias. Tampoco lo había para guarecerse de las inclemencias del frío, de la lluvia, el viento o el calor. Idéntica situación se producía para el caso que hubiera que combatir ante el hábil y astuto rival.

Las marchas duraban días, semanas enteras, se debía llevar suficiente cantidad de provisiones y abundante caballada para el recambio. Los indios brotaban de la tierra como por arte de magia. El espectáculo de una toldería india es inimaginable, allí las cautivas y demás prisioneros vivían en un infierno. Si alguien lograba escapar, seguramente moría en el interminable desierto.

A pesar del impiadoso paso del tiempo, este formidable ser es una clara demostración que cuando alguien es verdaderamente grande, jamás puede ser olvidado totalmente, porque esa grandeza es capaz de superar los mayores obstáculos, tales como la indiferencia, la frágil memoria y la ingratitud. Ello se debe a que los servicios del capitán Rufino Solano, sus conocimientos, destreza y valentía, fueron requeridos desde todos los sectores de la esfera social argentina, comenzando por desesperados familiares que le rogaban que rescatara a sus seres queridos, continuando por los altos mandos del gobierno, tanto políticos como militares, y aún como producto de la constante preocupación de la Iglesia por darle una solución a tan difícil situación.

Durante décadas, todos supieron quien era y donde estaba el “capitán salvador” y él cumplió con todos. Allí encontramos la explicación de su recuerdo: simplemente porque no se puede investigar nuestra historia sin encontrarnos de repente con su noble estampa. Aún en la actualidad, su gravitante y benéfica presencia ha sido estudiada y valorada incluso en obras de autores y universidades del exterior. Captive Women: Oblivion and Memory in Argentina. Susana Rotker, 2002, University of Minnesota, USA; Rutgers University, Wilson Center, 1977, New Jersey, USA; Ftes. Citadas).

El capitán Solano, vivió y sirvió a su querida Patria durante toda su larga, pobre y sacrificada vida de frontera, donde rara vez le llegaba un sueldo desde Buenos Aires.

Rufino era hijo del Teniente Coronel(*) del Regimiento de Patricios Don DIONISIO SOLANO (1777/1882), un valiente guerrero de las Invasiones Inglesas y de la Independencia Nacional que actuó junto al General Manuel Belgrano durante las Campañas al Paraguay y del Norte; y más tarde, fue el jefe de la caravana de familias fundadoras de la ciudad de Azul, allá por el año 1832, fue Alcalde originario(**) de ella durante más de treinta años, muriendo en esta población a la edad ciento cinco años. Antonio G. del Valle, Alberto Sarramone, Ricardo Piccirilli, Enrique Udaondo, Vicente O. Cutolo, Juan G. Durán, obras citadas.- (*) Memorias del Ministerio de Guerra y Marina, Buenos Aires, República Argentina, Edición 1881, Tomo II, Anexo A, Pág. 33. (**) Archivo de la Municipalidad de Azul, año 1837 e Iglesia Catedral de Azul, Revista Biblos, Ftes. Citadas.

A menos de cinco años de la fundación de la ciudad de Azul, nació nuestro personaje (1837), viviendo en su pueblo natal hasta su muerte, ocurrida el 20 de julio de 1913. Así lo certifican su acta bautismal en la Iglesia Catedral de Azul, los Censos Nacionales de 1869 y 1895 (el primero y segundo del país) y la certificación de su defunción, asentada en registro del cementerio local.

Este ejemplar ser humano, que lo dio todo por sus semejantes, al cual centenares de familias le deben hoy su existencia, murió pobre, viejo y olvidado en su pueblo natal y se llamaba Don RUFINO SOLANO, capitán del ejército argentino, y su mayor orgullo fue ser, como él siempre lo decía: “un fiel servidor de la Patria”.-



Autor: Omar Horacio Alcántara



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(1): “Era encargado o jefe del convoy de carretas el Teniente Solano, padre del capitán Rufino Solano (sic)”, misma obra (A. del Valle, Capítulo “Fundación de Azul”), mismo Tomo, Pág. 217.- // Por su notable trayectoria, el cofundador de Azul, DIONISIO SOLANO, fue ascendido a Tte. Coronel por el Tte. General Benjamín Victorica; dato asentado en Memorias del Ministerio de Guerra y Marina, Honorable Congreso de la Nación , República Argentina, Buenos Aires, Edición 1881, Pág. 33.-
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OCTUBRE DE 2008.-





PUBLICADO EN DIARIO “EL TIEMPO” DE LA CIUDAD DE AZUL DEL 08 DE NOVIEMBRE DE 2007.-
PUBLICADO EN “TODO ES HISTORIA”, Nº 487, FEBRERO DE 2008, DIRECTOR / EDITOR: DR. FÉLIX LUNA.-
PUBLICADO EN “EL FEDERAL”, Nº 205, ABRIL DE 2008, SUPLEMNTO “EL TRADICIONAL” (Nº 85). Directores: IGNACIO FILDANZA / RAÚL OSCAR FINUCCI.-
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