jueves, 29 de julio de 2010

UN PEDAZO DE HISTORIA DE AZUL

Suplemento Extraordinario. DIARIO EL TIEMPO DE AZUL, JUEVES 9 DE JULIO DE 1964.

Un pedazo de historia de Azul:
El Capitán Expedicionario en la guerra del Desierto Rufino Solano,
Lenguaraz del ejército nacional



Esta es la breve historia del valiente que quedó relegado en el olvido porque así los hombres lo quisieron: sus propios coterráneos, aquellos que se beneficiaron con sus hazañas, con sus sacrificios realizados para servir y proteger a la creciente población que iba extendiéndose por estos pagos a mediados del siglo pasado. La historia de un Héroe que necesitaría todo un libro para desarrollarla en sus mil y un episodios en que se vio aquel hombre envuelto; las traidoras encrucijadas que se vio obligado a sortear con peligro de su vida; las trampas mortales que lo acechaban en el cumplimiento de su esforzada misión que le iba siendo confiada por los comandos del ejército que había emprendido hace ciento cuarenta años la Guerra Desierto teniendo como principal enemigo al indio salvaje, implacable y cruel, cuyo Jefe fuera más tarde el temible Cacique fundado por de la Dinastía de los Piedras Callfucurá.

La caballería y las caravanas ponen un mojón en la pampa indómita

Finalizaba el año1832 y en aquel caluroso mes de Diciembre avanzaban desde el norte en dirección al centro de la provincia de Buenos Aires, pampa inmensa, mar de hierbas, alborotada de día por el trajinar de miles y miles de vacunos y caballos, por el galopar de las indiadas y los cantos de las aves y silenciosa de noche con su cielo tachonado de estrellas que parecían colgar como brillantes farolas, avanzaban, decía, escuadrones de Regimiento 5º de Caballería (los famosos Colorados del Monte) al mando del comandante Don Pedro Burgos, que había partido de su Estancia “Los Milagros” en el partido de Pila para fundar un pueblo que sería luego nuestra ciudad de Azul y San Serapio Mártir. Casi a la par de esta tropa venía también desde el Salado un convoy en caravana compuesto por dos galeras, carretas, y carros e los que viajaban numerosas familias con materiales de construcción al mando del comandante Solano (*padre de Rufino Solano) a quien acompañaba un médico y un cura – capellán del ejército- encontrándose militares y civiles a mediados de Diciembre a orillas del Callvú Leovú iniciando de inmediato la construcción de un fortín y el rancherío para el alojamiento de las familias y las tropas, denominándosele Fuerte Federación y más tarde Fuerte Azul de San Serapio Mártir. Dramáticos fueron aquellos primeros años para los pobladores de ésta dilatada zona poblada por las tribus de las indiadas de los caciques Venancio, Laudan, Catriel y Cachul, cuyas depredaciones provocaban dramáticos episodios llevando el terror a los cristianos. Felizmente Catriel y Cachul mediante sendos acuerdos con el gobierno iniciaron cordiales relaciones con Juan Manuel de Rosas, compadre del comandante Pedro Burgos y mediante la donación de extensas praderas por el Jefe de Frontera General Manuel Escalante, quedaron alojadas con sus tribus a la orilla izquierda del Arroyo Azul en dirección al norte hasta algunas leguas de Tapalquén. Días tristes y largas noches de expectativas y de terror se fueron viviendo en aquél Azul nacido entra alarmas y zozobras. Hombres y Mujeres dormían con un ojo abierto ante el temor de un ataque por sorpresa de los indios, que año a año se fueron sucediendo hasta culminar el año 1835 cuando el temible Callfucurá con 3.000 lanzas asaltó en sangriento malón al pueblo dejando en sus calles los cadáveres de más de trescientos vecinos, llevándose decenas de mujeres y niños cautivos para Salinas Grandes, la capital del imperio del soberano indio, dejando tras de si incendios, llantos y profundo dolor. En ese ambiente salvaje nació y creció el más tarde Capitán Rufino Solano, que vio la luz en Azul allá por el año 1837, hijo del Comandante Solano fundador del pueblo con el comandante Don Pedro Burgos unidos en su esfuerzo cívico – militar. Familiarizado con el peligro el Capitán Solano se mezcló desde pequeño con los indios del lugar y de ellos aprendió a hablar el idioma Pampa y el Araucano tan bien como el castellano lo que le sirvió más tarde para cobrar fama de lenguaraz el hombre que servía de enlace entre los poderosos caciques y los delegados del Gobierno Nacional, prestando desde entonces grandes servicios a la Patria. Fue su misión la de Diplomático en la extensa Pampa que cruzó de Este a Oeste, de Norte a Sud, sereno, imperturbable, jinete en su caballo criollo teniendo de día el dilatado mar de los pastos: “Inmenso piélago verde – donde la vista se pierde – sin tener donde pasar” – y de noche por techo del cielo tenebroso o brillante con estrellas que le marcan el rumbo, durmiendo en la intemperie a veces entre temporales, calado hasta los huesos por las lluvias cuyas aguas le impedían la marcha al desbordarse los arroyos y cañadones. Era sufrir los rigores del sol en el verano y del intenso frío en el invierno con el estoicismo de un espartano; era vivir días, semanas y meses sacrificados en su misión que debía cumplir porque era su deber, porque así lo exigían las órdenes, porque así podía conquistar más tierras al salvaje para la Patria. No importaba al Capitán Solano galopar días y días bajo el implacable sol de Enero, cruzar desiertos o perderse en los altos pajonales de esa pampa que se extendía solitaria pero traidora hacia al sud teniendo como mojones algún otro Fortín con su pobrísima guarnición de cinco o seis hombres que ante la alarma provocada por los cascos de algún pingo asomaban rotosos y macilentos por la puerta de un rancho rodeado por la empalizada los que estaban allí olvidados por el gobierno, protegidos solo en su fe en Dios y en la Patria y algunos fusiles viejos de la guerra de la Independencia para defenderse de la indiada. Bien podían decir aquellos que se vivía para morir con mucha pena y poca gloria…
Treinta o cuarenta leguas separaban entre si a tales vanguardias de la civilización y quienes se arriesgaban a cumplir su misión en tan precario medio tenían la muerte acompañándolo a su frente, a sus costados, a sus espaldas. Se guiaba el baquiano, el lenguaraz por su instinto y ponía como escudo al peligro su valor y su confianza, como diría después Hernández en su inmortal “Martín Fierro”:

“Para vencer un peligro
Salvar de cualquier abismo,
Por experiencia lo afirmo,
Más que el sable y que la lanza
Suele servir la confianza
Que el hombre tiene en si mismo”.


De esta manera el Capitán Solano, obstáculos tras obstáculos, confiándose al indio amigo y durmiendo en sus toldos cuando el frío arreciaba y las heladas quemaban la piel en las largas noches invernales. Paisajes salvajes, inhóspitos e ingratos para el cuerpo y para el alma. Por ello cuando se echa una mirada hacia atrás y se llega a ese pasado tan escabroso que lo escabroso tiene la sublimidad de lo heroico que vivió durante años esta hermosa tierra que es el Azul y se prolonga en su llanura a la vera del Callvú Leovú hasta llegar a las serranías que se extienden como una larga cadena hacia el sud: cuando de una pincelada se borra lo que la civilización nos ha traído y gozamos en la actualidad y nos queda solitario el Fortín de Azul y San Serapio como punto en el centro de la Provincia levantado hace 132 años a la vera del arroyo, rodeado de pajonales y rodeado sus días y sus noches con los gritos extraños de la pampa extendiéndose a veces como los sonidos de un informe orquesta matizados con el resoplar de vientos huracanados, temporales provocados por le sudestada o el rugir del pampero, quedamos frente a un cuadro patético y miserable pleno de angustia para los pobladores recién llegados a estas tierras, que únicamente mitigaban su preocupación por el futuro confiados en la Cruz redentora que abría sus brazos en el rancho largo de la humilde iglesia custodiada por el cura gaucho y los valientes hombres que arma en brazo vigilaban el horizonte para no ser sorprendidos por el bárbaro malón. Fue en ese ambiente de temor al devenir, de incertidumbre y de pobreza franciscana que fue creciendo Rufino Solano, el que más tarde sería Capitán del Ejército Nacional y en su misión de Lenguaraz hombre de confianza de los comandantes de las fuerzas expedicionarias en la Guerra del Desierto y a quien dijera ese gran patriota que fue Don Adolfo Alsina:

“Usted Rufino Solano
es en su oficio tan útil al
país como el mejor guerrero”


Aquellos primeros años de Solano fueron de trajín. Su padre cumplió su misión a conciencia disponiendo que todo el material que venía en las carretas fuera entregado al levantarse el Fortín de Azul a sus pobladores que herramienta en mano fueron los primeros artesanos en esta inhóspitas llanuras, levantando dentro y fuera del fortín las primeras viviendas en cuyo centro el mangrullo servía como torre para la vigilancia continua.
Ardua fue la tarea que le tocó desde pequeño a este flamante azuleño desarrollada entre el relincho de las yeguadas alzadas, el rugir de las haciendas y el ruido de los sables en los escuadrones de caballería que defendían el fortín. En ese ambiente de guerra y de continuos vaivenes mientras se cortaban los pajonales y se amasaba el barro para levantar los ranchos, Rufino Solano fue creciendo y sirviendo a los intereses de la pequeña comunidad a la par que junto a los indios que llegaban al fuerte para comerciar aprendía su lenguaje y sus costumbres. Como si presintiera el papel que le tocaría desempeñar años mas tarde, procuraba Solano llegar hasta la intimidad de la familia india, observar sus virtudes y sus vicios, sus alegrías y tristezas. Estudiaba la capacidad que tenían sus caciques y capitanejos y el valor que tenían sus palabras y sus promesas. La falacia de algunos, el lenguaje meloso pero traicionero de otros, el salvajismo de los más durante sus días y noches de borracheras y así en esa vida dura del campamento llena de privaciones, fue conociendo a carta cabal al indígena hasta familiarizarse con este en todos sus aspectos lo que le permitió entrar en sus tribus levantadas en el desierto desde que iniciado en la vida militar, niño aún, cumplió heroica y prolongada campaña por más de medio siglo.

Amigo de Callfucurá

Corría el año 1855 cuando Rufino Solano cumplió 18 años y era enviado al Sud al Fortín Estomba a prestar servicios a las órdenes del Teniente de Caballería Manuel Perafán, que con un destacamento vigilaba la región de Bahía Blanca adentrada en los dominios de Callfucurá, hallándose Salinas Grandes a unas cuarenta leguas de distancia. Fue allí donde en una misión que le fuera confiada con otros compañeros conoció al poderoso monarca de ese vasto imperio. Pudo comprobar entonces y en otras visitas que hiciera a Calfucurá que este era un hombre que gozaba de gran prestigio entre sus fieles y especialmente entre los Caciques de las numerosas tribus que albergaba en sus dominios que se extendían desde el sur de Río Negro hasta las orillas del Río Salado abarcando miles de kilómetros poblados de indiadas que formaban el poderoso ejército con el que guerreaba a las tropas nacionales sin pedir ni dar cuartel Callfucurá que descendía de los araucanos era sagaz, diligente y de gran parlamento, lo que le permitió diplomáticamente conseguir prebendas y subvenciones de las autoridades sin comprometerse mucho.

Condenado a muerte Solano salvó su vida.

Habiendo muerto el Teniente Perafán a manos de la indiada en rudo combate, Rufino Solano actuó posteriormente en el Regimiento 2 de Línea a las órdenes del Alférez Ivano en el Fortín Tapalquén y luego sirvió en Olavarría con el Comandante Lora, hasta que en el año 1865 el célebre Coronel Don Benito Machado comandante del Ejército en esta región lo incorporó como Lenguaraz al Estado Mayor. Cuando Rufino Solano tomó a cargo esa misión ya era un hombre experimentado y había logrado en anteriores ocasiones con paciencia y largas horas de parlamento el pedido que sus jefes le habían confiado. Generalmente mediante tratados de paz, pagando tributos a los caciques alzados y la entrega de tabaco, alcohol, ropas, alimentos y dinero lograba calmar a los más belicosos mientras enfrentaba a los indios ladinos que actuaban al lado de los caciques. Fue en el año 1860 cuando Solano en una misión oficial viajó con dos compañeros que le servían de guarda espalda hasta Salinas Grandes para entrevistarse con Callfucurá enviado para pactar con aquel. En este viaje como en otros anteriores Solano se jugaba la vida, pues otra cosa no podía ser penetrar en el Desierto dominado completamente por el indígena y sin defensa por el desconocimiento del terreno que atravesaba y de los lugares donde existían buenas aguadas y refugios. Pero Rufino Solano con coraje a toda prueba y confiado a su suerte avanzó hacia Salinas Grandes donde llegó a entrevistarse con Callvucurá. Se trataba de llegar a un acuerdo para evitar una nueva guerra, pero como el Cacique desconfiara le pidió que enviara una delegación de indios hasta el Fortín Estomba a cuyo frente iría Solano.
No quiso Callfucurá tal propuesta y en cambio accedió a mandar a uno de sus hijos (los tenía por docena en su tribu) la encabezara, pero quiso la mala suerte que en el camino se produjera un encuentro con milicianos armados y se trabaron en combate siendo muerto el hijo de Callfucurá. De inmediato y al tener conocimiento en Salinas Grandes de lo sucedido se alborotó la indiada y Solano con sus dos compañeros fueron tomados prisioneros y celosamente custodiados mientras se reunía el Consejo de Guerra que sin mucho parlamento condenó a muerte a los tres cristianos acusándolos de traición. La sentencia les fue comunicada en el toldo mayor en presencia de Callfucurá y fue entonces cuando ya parecía que nada se podía hacer para salvar la vida que Solano, dirigiéndose al Cacique inició un largo discurso poniendo en evidencia la sincera amistad que lo había llevado hasta ese lugar, la ayuda que había logrado para los indígenas en otras ocasiones y lo equivocado del fallo. Después de un dramático silencio con que fueron acogidas sus palabras entre los jueces indios que no revocaban la sentencia Rufino solano encaró decidido a Callfucurá diciéndole:
- Que el poderoso Jefe diga si no es cierto que yo y no su hijo era quien debía ir al frente de la delegación india y si no fue él quien dispuso enviarlo como parlamentario.
Callfucurá, tomado de sorpresa por las palabras del condenado lo miró largo rato, se levantó de la silla que ocupaba y durante algunos minutos se paseó a lo largo y a lo ancho del toldo cabizbajo y meditabundo ante la mirada expectante de los jueces y sentenciados. Luego habló y con voz fuerte, alterada por la emoción dijo dirigiéndose al tribunal:
- Este hombre tiene razón. Yo ordené que fuera mi hijo en esa misión en que encontró la muerte. Por lo tanto este hombre no ser culpable que se vaya en libertad con sus compañeros.
Y al pasar Callfucurá junto a Solano le dijo en español chapurreado: ¡Váyase y huya pronto! ¡Lo más rápido posible antes que mis indios lo maten! Afuera yo no podré contenerlos…
Y así fue como en menos que canta un gallo Solano y sus dos compañeros ensillaron sus caballos y salieron de Salinas Grandes disparando a campo traviesa, mientras que allá lejos iban quedando la feroz indiada que se aprestaba a perseguirlos. Solano les había ganado de mano en la partida, la ventaja era grande y fue imposible darles alcance; pero a la muerte la había visto cerquita, porque los indios mataban a los cristianos prisioneros en medio de escenas espantosas cuando moría la mujer o un hijo del Cacique!

Nuevas incursiones

La fama de Rufino Solano como lenguaraz valiente y decidido se extiende por toda nuestra región y se le confían numerosas misiones ante diversos caciques y el mismo Callfucurá que olvidando el suceso anteriormente relatado le entrega su amistad y lo protege, brindándole comodidades en Salinas Grandes. Hasta allí llega nuevamente Solano en el año 1865 después de lograr abrirse paso a través de indios “bomberos” que como avanzada del ejército indio vigilan todos los pasos. Viaja desde Olavarría hasta Salinas Grandes durante más de setenta leguas solo y llevando un caballo de repuesto, trayendo de regreso varias mujeres cristianas que se hallaban cautivas y fueron devueltas a su familia una vez traspuestas las fronteras. Al año siguiente se retira el Coronel Benito Machado y es reemplazado en el mando de las fuerzas de frontera por el Coronel Don Álvaro Barrosa cuyas órdenes continuó sirviendo Solano siendo ascendido en 1868 a Teniente 2º, realizando nuevos viajes a Salinas Grandes donde permanece largas temporadas. En esas circunstancias el el valiente azuleño discute con Callfucurá y sus consejeros la mejor manera de llegar a un acuerdo con el gobierno nacional y evitar la lucha sangrienta y en esos vaivenes logra rescatar a unos treinta cautivos con los que regresa al Azul. A partir de entonces poco es lo que se puede hacer para detener la indiada porque Callfucurá se ha lanzado a la guerra sin cuartel e invade la zona de Bahía Blanca. Quequén y Tres Arroyos matoneando a lo largo de esa ruta para regresar a salinas Grandes con un inmenso arreo y cientos de cautivos. El cacique prepara nuevos malones y el ejército nacional se prepara para contenerlo y vencerlo.

Se derrumba el imperio

Y tal como se lo fuera pronosticando en sus largas conversaciones mantenidas allá en Salinas Grandes, Callfucurá el Invencible, el diplomático de las pampas, el avezado político de capacidad extraordinaria para el mundo, vio un día a su ejército derrotado en San Carlos de Bolívar por las fuerzas de la civilización a la que se resistió aliarse confiado en su poder. De este indio venido del Oeste a nuestras regiones que tuvo bajo su mando a la Confederación Indiana, que dominaba desde el sud de Azul hasta más allá del Río Negro y los contrafuertes de los Andes, conservó Rufino Solano un recuerdo difícil de borrar, pues no solo le salvó la vida en varias ocasiones sino que lo trató de hermano prodigándole muestras de innegable simpatía. Corría el año 1873 cuando Callfucurá moría a una avanzada edad apesadumbrado por la derrota que las armas argentinas le infligieron y de la que nunca se logró reponer. Por su parte nuevos ascensos en su carrera le correspondieron a nuestro héroe que ya siendo el Capitán Rufino Solano actuó junto a los Generales Arias, Rivas y Leyría hasta terminar con todos los honores la guerra del desierto a fines del siglo pasado.
Entonces pidió su retiro que lo logró con cincuenta años de servicios y se radicó definitivamente en esta ciudad donde vivió en compañía de su familia, hasta fallecer un día del mes de julio de 1913. Hace cincuenta y un años. Algún día cuando se escriba la historia de Azul irán apareciendo héroes hasta ahora anónimos que como el Capitán Rufino Solano entregaron lo mejor de su vida en aras de la Patria contribuyendo a su grandeza sin pedirle nada más que el honor de servirla con honra y sacrificio y morir por ella llevando al frente la gloriosa bandera azul y blanca.

Autor: Pedro Borghi López, Azul, año 1964.-

FUENTE: "Hemeroteca de Azul JUAN MIGUEL OYHANARTE"

*“Era encargado o jefe del convoy de carretas el Teniente Solano, padre del capitán Rufino Solano (sic)”, misma obra (A. del Valle, Capítulo “Fundación de Azul”), mismo Tomo, Pág. 217.- // Por su notable trayectoria, el cofundador de Azul, DIONISIO SOLANO, fue ascendido a Tte. Coronel por el Tte. General Benjamín Victorica, en el año 1881; dato asentado en Memorias del Ministerio de Guerra y Marina, Honorable Congreso de la Nación, República Argentina, Buenos Aires, Edición 1881.-

jueves, 22 de julio de 2010

UN AMIGO QUE SALVÓ MUCHAS VIDAS. LA HISTORIA DEL CAPITÁN RUFINO SOLANO, A 97 AÑOS DE SU MUERTE.


El 20 de julio de 1913, moría en su ciudad natal el azuleño Rufino Solano. Había nacido en esta población el 09 de abril del año 1838, según consta en el acta de bautismo asentada en la Catedral de Azul, siendo bautizado por el Padre Clemente Ramón de la Sota, “capellán del Fuerte del Azul”, era hijo de Dionisio Solano, uno de los cofundadores de Azul en el año 1832 y alcalde rural de “los altos del Arroyo Azul” durante casi veinte años.

La familia de los Solano habitó en el mismo territorio donde se hallaba radicada la tribu de la dinastía Catriel, conviviendo todos ellos en total y absoluta comunión durante décadas (Mapa de la DGYC, Nº 1270-29-3, Cornell, Juan, 1859). Por esta razón, el nacimiento de Rufino Solano aconteció en el mismo lugar y casi en idéntica fecha en la que nació el bravo y legendario cacique Cipriano Catriel, esta cercana relación se mantuvo hasta que se produjo la trágica muerte del cacique, el 19 de noviembre de 1874. Un año antes de este desgraciado hecho, se los vio luchando codo a codo contra un enemigo en común en la memorable Batalla de San Carlos, en la actual ciudad de Bolívar. Cuando Rufino Solano cumplió 18 años ingresó como “soldado raso” en el Fuerte Estomba (cercano a Tapalqué) y, por su parte, Cipriano Catriel ya tenía 30 años de edad cuando finalmente tomó el mando de su pueblo, debemos recordar además que este cacique hablaba perfectamente el castellano y estaba integrado a la sociedad azuleña, donde alternaba su residencia con la casa en el Arroyo de Nievas.

De idéntica forma, Rufino Solano aprendió la lengua originaria, a deslizarse por las interminables y azarosas extensiones y un sinfín de destrezas asimiladas de los amigos de su infancia y de su juventud. De ellos también conoció el valor de la amistad y a ser fiel con la palabra empeñada; se puede afirmar que más que “lenguaraz”, merced a su profunda comprensión del alma del aborigen, Rufino Solano fue un “almaraz”, he allí la gran diferencia.

Estas particulares condiciones y sus notables conocimientos, le permitieron más tarde al capitán Rufino Solano acercarse, permanecer y luego retirarse de los toldos de los más encumbrados y notorios caciques, acordando con ellos tratados de paz y también llevando y trayendo personas cautivas, de ambos bandos. Fueron infinidad de personas las que recuperaron su libertad y salvaron sus vidas gracias a este “hermano capitán” y un amigo de todos. Toda esa gente continuó su vida y sus descendientes viven hoy en nuestra ciudad y en muchas otras más.

Por ello, en nuevo aniversario de su muerte y paradójicamente en el DÍA DEL AMIGO, es justo darle este merecido reconocimiento a este ejemplar ciudadano de nuestro AZUL.-



PUBLICADO EN DIARIO "EL TIEMPO" DE AZUL, DEL 20 DE JULIO DE 2010, CON FOTOGRAFIA DE LA ÉPOCA.-


http://diarioeltiempo.com.ar/diario2009/index.php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=97&Itemid=281

domingo, 30 de mayo de 2010

¡¡¡ MUCHAS GRACIAS CAPITÁN RUFINO SOLANO !!!

Las notables acciones del capitán Rufino Solano en bien de su comunidad y de muchas otras localidades de la Provincia de Buenos Aires se hallan plasmadas en una vasta bibliografía que consta en los catálogos de prestigiosas bibliotecas e institutos culturales de la República Argentina. Asimismo, la vida de este ilustre azuleño se halla en diversas obras emanadas por la Academia Nacional de la Historia, redactadas por los más inminentes académicos que durante décadas han pasado por esta institución cultural de máxima excelencia. Todos estos textos están basados y fundados en fidedignos documentos oficiales, que han llegado hasta nuestros días, obrantes en los más prestigiosos archivos oficiales y privados, tales como el Archivo General de la Nación, el Archivo Histórico del Ejército Argentino, el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires “Ricardo Levene” de la ciudad de La Plata y en los de mayor relevancia de la Provincia de Buenos Aires, incluyendo a nuestra ciudad de Azul. Por estos motivos, a casi un siglo de su muerte, con absoluta certeza y seguridad es posible aseverar que ninguna otra persona nacida en nuestra ciudad ha sido más mencionada dentro de la literatura nacional y también la foránea. Por si alguien tuviera dudas de las razones de ello, sin llegar a ser investigador histórico, solo debe dirigirse a nuestra necrópolis y leer sobre el sepulcro del capitán Rufino Solano el siguiente epitafio: “LA MUNICIPALIDAD DEL AZUL AL CAPITÁN RUFINO SOLANO, Q.E.P.D. FALLECIÓ EL 20 DE JULIO DE 1913”, este homenaje encierra la inmensa gratitud de las autoridades y de la población de Azul hacia este singular ser por sus heroicas acciones en favor de la paz, la vida y la libertad de sus semejantes. De esta manera, la Municipalidad de Azul quiso emplazar su última morada a perpetuidad, para que también perdure su recuerdo y forme parte del genuino patrimonio histórico de esta ciudad. Es verdad que la consideración hacia el capitán Rufino Solano puede variar circunstancialmente, según la clase de valores o de intereses que aliente alguna persona o un determinado grupo de ellas, pero no menos cierto es que los actos humanitarios desarrollados por este benemérito azuleño deben situarse muy por encima de cualquier rédito personal que se persiga, sea este de índole político, ideológico, religioso e incluso cultural. Y ello es así, por la contundente razón que las acciones llevadas a cabo por Rufino Solano en nuestro durísimo pasado, beneficiaron a toda la población azuleña sin hacer distingos sociales ni de ninguna otra especie, porque lo fueron en favor de la totalidad de las personas que poblaron este suelo, personas que fueron, nada más ni nada menos, que NUESTROS ANTEPASADOS. Como es común que suceda, no faltará quienes vanamente pretendan menoscabar sus virtudes y su trayectoria, lo cual resulta mucho más fácil y menos comprometido que contribuir con aportes provechosos y útiles para la comunidad. A esta personas les digo, que Rufino Solano puede ser sometido al más exigente examen de honestidad, valentía y de amor por su pueblo, una prueba que con seguridad muy pocos podrían superar con éxito. Algunos de nuestros conciudadanos deberían comprender que Rufino Solano ya está instalado sólidamente en la historia de nuestra Patria y que cualquier intento de borrarlo de sus páginas más gloriosas, resultará absolutamente infructuoso. Sorprende encontrar en algunos de nuestros vecinos la actitud de menoscabar la importancia a las acciones de Rufino Solano, más aún en aquellos que con tanta frecuencia se los ve declamando acerca de los tristes episodios vividos en nuestra nación, como lo han sido las violaciones a la vida y a la libertad, la discriminación hacia la mujer y las atrocidades sufridas por el pueblo originario. Resulta claro entonces, que esta altruista figura histórica azuleña excede con holgura las virtudes necesarias para ser recordado con el máximo honor y merecida gratitud. Finalmente, les quiero expresar a todos mis conciudadanos que mi única intención reside en rescatar de nuestra historia a este noble personaje local y que ello sirva para ilustración y orgullo del pueblo del Azul; ciudad donde he venido al mundo y a la que amo tanto, que ningún interés personal estará jamás por encima de este sentimiento. Les saluda con toda cordialidad y afecto: Dr. Omar Horacio Alcántara. INVESTIGADOR HISTÓRICO. ABOGADO. FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES. -

martes, 13 de abril de 2010

RAZONES Y FUNDAMENTOS SOBRE LA FIGURA DEL CAPITÁN RUFINO SOLANO

PORQUÉ RUFINO SOLANO?

Con motivo del proyecto presentado ante el Honorable Concejo Deliberante de Azul el día 17 de marzo de 2010, en el cual se solicita el cambio de nombre de la calle Rauch por el del ciudadano azuleño Rufino Solano, creo oportuno exponer algunas de las razones por las cuales considero que el capitán Rufino Solano debe ser debidamente reconocido en su ciudad, lugar donde en el pasado desplegó actos benéficos y humanitarios en beneficio de esta población.
Porque, desde su función de militar, desarrolló acciones que excedieron las que le eran propias. No se lo juzga por sus cualidades de soldado, aunque también las tuvo.
Porque mediante su acción humanitaria durante décadas de nuestra historia, le devolvió la libertad una infinidad de vidas humanas.
Porque esas vidas humanas eran en su gran mayoría mujeres, niños e incluso hombres que se hallaban viviendo la más horrible situación que puede sobrellevar un ser humano: la cautividad.
Porque esas mujeres, niños y prisioneros rescatados no fueron únicamente personas de su lado, también lo fueron del bando opuesto.
Porque cuando Rufino Solano regresaba con los liberados, la gente que vivía en Azul se lo agradecía con lágrimas en los ojos y hasta besándole las manos.
Porque en la tarea de salvamento de personas demostró poseer una valentía, una equidad y una tenacidad inigualables.
Porque mediante su labor mediadora y pacificadora acordó pactos entre las partes enfrentadas que impidieron mayores derramamientos de sangre, absolutamente inútiles e innecesarios.
Porque por su comportamiento honesto, recto y leal, no solamente con los suyos, también hacia el bando opuesto, supo ganarse el respeto, el aprecio y la consideración de todos.
Porque el pueblo originario confiaba en su palabra y solamente si Rufino Solano iba con ellos accedían a adentrarse a parlamentar en las ciudades o permitían el ingreso a sus dominios.
Porque no solamente conocía a la perfección el ancestral lenguaje indígena sino que también comprendía el alma, las necesidades y los padecimientos del pueblo aborigen.
Porque por poseer estas cualidades era aceptado por el pueblo originario y era capaz de convivir con ellos, en un su ámbito y durante muchas jornadas, como si fuera el suyo propio.
Porque nació, vivió y murió en Azul, sirviendo y protegiendo a su población, lugar a donde sus haberes le llegaban muy de vez en cuando y cuando llegó a viejo le otorgaron solo media pensión por encontrarse físicamente incapacitado, debido a que su cuerpo estaba lacerado por cabalgar decenas de miles de kilómetros en la más cruda intemperie, salvando vidas humanas.
Porque su tarea no le fue fácil ni sencilla, Rufino Solano también alguna vez fue hecho prisionero y además perdió varios de sus hijos en aquella muy difícil etapa de la historia azuleña.
Porque nació, se crió y se hizo hombre al lado de su entrañable amigo, el gran cacique Cipriano Catriel, ambos nacieron en el mismo sitio y en el mismo año, permaneciendo unidos siempre, incluso combatiendo codo a codo en duras batallas y en los frecuentes ataques al Azul; excepto hoy, porque en el mural que rememora la historia de nuestra ciudad, está ausente la figura de Rufino Solano, lo cual es una injustificable omisión o un lamentable desconocimiento histórico.
Porque fue acompañante, guía y aval de cuanta misión de la iglesia se acercaba a nuestra incipiente y estratégica ciudad para contactarse con los aborígenes, igualmente lo fue de cuanta delegación del pueblo originario marchara a la capital de la república, para entrevistarse con el Sr. Arzobispo de la ciudad de Buenos Aires y con otras autoridades del gobierno.
Porque ningún líder aborigen confiaba en palabras y promesas si no estaba presente el “hermano capitán” don Rufino Solano, a quien le confiaban hasta la vidas de sus hijos.
Porque durante su útil existencia benefició a mujeres, niños, hombres de las de la sociedad azuleña, como también de muchas otras poblaciones de su provincia e incluso de otras aledañas.
Porque cuando Rufino solano llegaba a nuestra ciudad, con su precioso cargamento de vidas humanas, era recibido en medio de un gran júbilo popular. La misma algarabía y alegría se vivía en los toldos, cuando llegaba con los liberados aborígenes. Sin ninguna duda, muchos de los que hoy respiramos, lo hacemos gracias a que el existió.
Porque hasta el último de sus días bregó por mejorar las pésimas condiciones y la injusta situación del pueblo originario.
Porque, en resumen, fue un soldado de la paz, de la vida y de la libertad.
Porque los que hoy habitamos la ciudad de Azul y en muchos otros
lugares de nuestra provincia mantenemos una gran deuda con el.
Porque el mayor orgullo de este azuleño siempre fue el de ser “un humilde y fiel servidor de la Patria”, como el mismo lo solía expresar.
Porque a esta altura de nuestro camino, llegando a una edad bicentenaria desde el nacimiento de nuestra Patria, es preciso demostrar que también nosotros hemos madurado y aprendido, no solamente emitiendo frases hechas o pomposos discursos, sino también practicando actos dotados de dignidad y de justicia.
Porque todos debemos ser agradecidos y considerados, tanto nuestros representantes políticos, como los miembros de nuestras instituciones y también nosotros mismos, habitantes de este suelo, porque el desagradecimiento es el peor de los defectos que puede adolecer una persona o una sociedad.
Por todo ello, les pido a todos los que habitan la ciudad de Azul que apoyen este proyecto, haciéndole el debido honor a este ilustre ciudadano azuleño.

PROYECTO PARA EL CAMBIO DE NOMBRE DE LA CALLE RAUCH DE AZUL POR EL DE RUFINO SOLANO

Ciudad de Azul, Marzo 17 de 2010

SE PRESENTA. SOLICITA EL CAMBIO DE DENOMINACIÓN DE LA ACTUAL CALLE RAUCH POR LA DEL CIUDADANO AZULEÑO DON RUFINO SOLANO.

Al Excmo. Sr. Presidente del Honorable
Concejo Deliberante de la ciudad de Azul
Don CARLOS VIGNAU
S_________________/_______________D


De mi mayor consideración:
Omar Horacio Alcántara,natural de la ciudad de Azul, constituyendo domicilio a los efectos de la presente, en la Av. Perón Nº XXX, Dpto. “A”, de la ciudad de Azul, de manera formal y expresa me presento a los fines de peticionar al Honorable Consejo Deliberante de la Ciudad de Azul que proceda a dar tratamiento legislativo al cambio de denominación de la actual calle RAUCH de nuestra ciudad por el nombre de RUFINO SOLANO, en virtud a los fundamentos que a continuación paso a exponer.
Que, como es sabido, en la ciudad de Azul existe una calle con el nombre de RAUCH, en alusión al coronel Federico Rauch, no obstante que esta persona es reputada dentro del consenso popular como un personaje nefasto y doloroso de la historia argentina, cuya principal misión fue la de llevar a cabo un sistemático exterminio de aborígenes.
Que, al respecto la inmensa mayoría de los textos de historia argentina, por no decir su totalidad, aluden a este austríaco, nacido en Prusia, como un militar contratado para cometer las más flagrantes atrocidades dentro de nuestro territorio, las cuales configuran en la actualidad nítidos crímenes de lesa humanidad. No es un hecho casual que ningún militar argentino haya querido realizar esta cruel e inhumana misión.
Que, sin ningún interés de darle al presente escrito un tinte político, resulta claramente lesivo e irritante la existencia de una calle con el nombre de Rauch en la ciudad de Azul, en una urbe donde habita y convive una importante y ancestral comunidad aborigen, cuyos integrantes resultan ser precisamente los descendientes de aquellos que fueron brutalmente inmolados en el pasado, convirtiéndose dicha calle en una profunda herida abierta que surca nuestra ciudad y que resulta imposible de cicatrizar. Las diversas reacciones que se manifiestan periódicamente como producto de esta situación son pruebas irrefutables de lo que aquí se manifiesta.
Que, se aduna a lo expresado, el hecho que en la ciudad existen monumentos, murales, plazas, calles, instituciones privadas, establecimientos educacionales y otros testimonios en honor y evocación al pueblo originario, lo cual provoca un estado de urticante incongruencia y un evidente contrasentido.
Que, en oposición a ello, no existe en la ciudad de Azul y seguramente en ningún otro sitio de nuestra nación, adeptos que apoyen y/o enaltezcan la acción llevada a cabo por Federico Rauch, sin perjuicio que de haberlos, difícilmente podrían aportar argumentos positivos en favor de este personaje.
Que, paradójicamente, ha existido un nativo de la ciudad de Azul, que históricamente es identificado y reconocido por haber sido la antítesis del coronel Federico Rauch: el capitán don Rufino Solano, quien en el pasado expuso méritos más que suficientes para ser recordado dentro de la historia nacional como “El diplomático de las pampas”, “El Pacificador” o simplemente, el “Hermano capitán”, tal como con frecuencia era aludido por el pueblo originario. Estas razones, por si mismas, justifican y hacen plenamente sensato y apropiado el cambio del actual nombre de la calle Rauch, por la denominación de Rufino Solano.
Que, tal resolución sería una medida muy beneficiosa para fortalecer la integración, la armonía y la pacificación social de nuestra población, pero además representaría un acabado acto de justicia hacia una valiosa persona que bregó durante casi toda su existencia en favor de la paz, la libertad y la vida de sus semejantes.
Que, en tal sentido, se lo ha visto al capitán Rufino Solano parlamentando, liberando, conduciendo y protegiendo a miles de seres humanos, siempre a riesgo de su propia vida, excediendo las funciones que específicamente le correspondían como militar. Y así, mediante un proverbial trato hacia el aborigen y merced al ganado prestigio que gozaba ante sus mandos, consiguió redimir PERSONALMENTE a una incalculable cantidad de mujeres, niños y otros prisioneros de ambos bandos enfrentados, inducido siempre por un especial sentimiento en beneficio del género, encarnado en la lacerada figura de la cautiva. Además, como es lógico y natural, de todos aquellos seres humanos recuperados en el pasado por Rufino Solano existe en la actualidad su correspondiente descendencia, tanto en nuestra ciudad como en muchas otras poblaciones.
Que, se adjunta a este petitorio un trabajo elaborado por quien suscribe, basado en una profusa y calificada bibliografía, en el cual se resume la significativa actuación del capitán Rufino Solano; esta biografía revela que el mismo era hijo de uno de los cofundadores de Azul, Don Dionisio Solano, quien fuera en 1832 el jefe de la caravana de familias fundadoras de nuestra ciudad, teniente del Regimiento de Patricios y guerrero de las invasiones inglesas, soldado de Manuel Belgrano y de Manuel Dorrego y por más de treinta años fue alcalde de nuestra ciudad, falleciendo en Azul a los 106 años de edad. Le señalo al Sr. Presidente que los restos mortales de ambos descansan en el cementerio local.
Que, tan sólidos e incontrastables antecedentes del ciudadano azuleño Rufino Solano constituyen sobradas razones para que la presente propuesta e iniciativa sea absolutamente viable y procedente, mucho más aún cuando muy recientemente el propio Honorable Concejo Deliberante de Azul ha evaluado y examinado la vida, la obra y las virtudes del capitán Rufino Solano y en honor a ello, este cuerpo legislativo ha votado, aprobado y sancionado por unanimidad la ORDENANZA NUMERO 2.877 del 17 de diciembre de 2009, concluyendo que los méritos del capitán Rufino Solano son absolutamente aptos y suficientes.
Que, sin perjuicio de tan merecida distinción que le fuera otorgada por el Concejo Deliberante de la ciudad de Azul el 17 de diciembre del año pasado, se hace mucho más oportuna y posible la instauración del nombre del capitán Rufino Solano a la actual calle Rauch, por el hecho que el referido pasaje catastral 1141 del Barrio CESUAR, objeto de la mencionada ORDENANZA NUMERO 2.877, ya poseía el nombre de “25 de abril”, en alusión a la fecha de fundación del referido barrio, según consta en la ORDENANZA NUMERO 1.465 del 26 de septiembre de 1996. Por lo cual, mediante la aprobación del presente proyecto, además quedaría subsanada la doble imposición de nombres al pasaje catastral 1141 de la ciudad de Azul.
Que, en total consonancia con lo peticionado, me permito indicar al Sr. Presidente que también se halla en trámite ante la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires el PROYECTO DE LEY Nº E 342, 2008 – 2009, el cual tiene por objeto nombrar al Capitán Rufino Solano, Ciudadano Ilustre de la Provincia de Buenos Aires.
Que, son dignas de destacar, como probas referencias del capitán azuleño Rufino Solano, la abundante cantidad de obras producidas por los más prestigiosos historiadores y escritores locales, nacionales y extranjeros, como así también la profusa y creciente cantidad de trabajos de investigación, monografías, tesis doctorales, ponencias en prestigiosos congresos de la historia Argentina y americana, que avalan y apuntalan el presente petitorio. En todas ellas, sin excepción, se resalta la sin igual labor de este personaje de nuestra ciudad, mereciendo el más amplio reconocimiento en varios países y en diferentes idiomas, tales como el inglés, portugués, francés, sueco, idish y, por supuesto, también en lengua indígena.
Que, asimismo, la benéfica y valiosa actuación del capitán Rufino Solano se halla plasmada en archivos, registros y legajos de las más acreditadas instituciones oficiales y privadas, ya sean estos de carácter académico, social, eclesiástico, militar y de toda índole.
Que, por último, le señalo al Sr. Presidente que las acciones de Rufino Solano han sido examinadas desde las diferentes ópticas de la historia de nuestro país, ya sea Política, Social, de la Iglesia, de las Instituciones e incluso Económica, abarcando aspectos atinentes al género, los derechos humanos, la etnia, la lingüística, la antropología, la arqueología, la religión, la ética, la moral, etc., introduciéndose también en casi todos los géneros literarios, incluyendo novelas históricas y en prosa.
Que, como consecuencia de ello, se puede afirmar sin duda alguna, que Rufino Solano es la personalidad azuleña sobre la cual más se ha escrito en los textos, ya sean de la actualidad como los del pasado y lo hace más meritorio el hecho que en ninguna referencia es posible hallar la más minima mención disvaliosa que actúe en desmedro de la calidad y virtudes de este noble personaje, todo lo contrario. A fin de dar fiel testimonio de lo expresado, se adjunta al presente escrito un listado, no completo, de 9 (nueve) páginas que avalan lo expuesto.
Que, mediante su recto y virtuoso proceder, en un rotundo contraste con el coronel Federico Rauch, el capitán Rufino Solano logró evitar infinidad de muertes y mantener la paz en la región durante más de veinte años merced a los acuerdos de paz que en persona logró plasmar entre los más altos líderes indígenas y el Gobierno Nacional; como ya lo he expresado, todo ello se encuentra perfecta y ampliamente documentado.
Que, contar con una persona de este calibre moral, ético y de tan alta significación histórica, representa para la comunidad azuleña e incluso para el país todo, un auténtico motivo de orgullo, además un ingrediente cultural absolutamente enriquecedor.
Que, poniéndome a vuestra disposición para cualquier aclaración y/o ampliación sobre lo expuesto, solicito al Honorable Concejo Deliberante de la ciudad de Azul que con la mayor prontitud posible, proceda a dar tratamiento legislativo a la presente iniciativa, a los fines que oportunamente sea sancionada la respectiva resolución que establezca que la denominación de la actual calle Rauch sea substituida por el nombre de Rufino Solano. Finalmente, es mi deseo expresar que mi proposición sea interpretada como una contribución en beneficio de la paz y la concordia de la ciudad de Azul y también como un aporte cultural en el marco de los festejos del bicentenario de nuestra Patria. En mi opinión, una resolución favorable a lo solicitado, constituiría además una positiva actitud política inspirada en la justicia, la razonabilidad y dotada de un constructivo sentido social.
Le saludo a Ud. de manera muy atenta:

domingo, 3 de enero de 2010

PROYECTO DE LEY DE LA LEGISLATURA PROVINCIAL PARA DECLARAR CIUDADANO ILUSTRE DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES AL CAPITÁN RUFINO SOLANO

Proyecto de Ley, para que se declare Ciudadano Ilustre de la Provincia de Buenos Aires al Capitán Rufino Solano

La Senadora Provincial Mariel Urruti presentó en el día de hoy un proyecto de ley para que el Capitán Rufino Solano sea declarado ciudadano Ilustre de la Provincia de Buenos Aires por sus actos heroicos y humanitarios en el rescate de cautivos durante los años 1855 y 1880, en la llamada "Frontera del Desierto"
Cabe señalar que la iniciativa surge a mediados del mes de octubre, cuando el Dr. Omar Alcántara, oriundo de la ciudad de Azul, se contacta con la Senadora Urruti para manifestarle su interés en realizar un homenaje al Capitán Solano con el objetivo de impulsar y difundir el conocimiento cabal de su existencia y obra aportando un gran beneficio cultural, no solo en Azul sino en toda la Región.
En este sentido el Dr. Alcántara, le acerco a la Senadora un basto material sobre la vida y obra del Capitán Solano, a partir del cual se diseño y fundamentó este proyecto de Ley, con el fin de realizar un justo homenaje a este Capitán del ejercito Argentino, que ante todo se consideraba según sus propias palabras "Un fiel servidor de la patria"

DISTINCIÓN AL CAPITÁN RUFINO SOLANO

NOTICIA DE LA CIUDAD DE AZUL. RECONOCIMIENTO


El capitán azuleño Don Rufino Solano, conocido y valorado en la historia argentina como “El Diplomático de las Pampas” o “El Pacificador de las Pampas” o “El soldado de la Paz”, nacido en la ciudad de Azul a cinco años de su fundación, actuó en beneficio de la vida, la paz y de la libertad interviniendo estrechamente con las más altas autoridades Indígenas, Militares, Políticas, Eclesiásticas, Instituciones Privadas e incluso directamente con particulares, salvando así a miles de vidas merced a sus acuerdos de paz y de rescate y canje de prisioneros (de ambos bandos). Esta extraordinaria actividad la realizó durante más de veinte años de carrera militar continuando luego ejerciéndola hasta su muerte en su ciudad natal de Azul, Provincia de Buenos, ocurrida el 20 de julio del año 1913.

En un principio de reconocimiento y gratitud, efectuando una sabia y justa revisión histórica de nuestros orígenes y de nuestro pasado, los descendientes de aquellas personas, como así también de los que posteriormente arribaron a la ciudad de Azul para enriquecerla, han dictado la siguiente disposición:



TRATADO Y APROBADO POR UNANIMIDAD EN EL

CONCEJO DELIBERANTE DEL PARTIDO DE AZUL




Sanciona con fuerza de Ley la Siguiente.



Articulo 1º: Desígnese con el nombre de Capitán Don Rufino Solano "El pacificador de las Pampas" al pasaje catastral 1141 del Barrio CESUAR I.



Articulo 2º: Procédase, a través del área correspondiente del Departamento Ejecutivo, a la realización de cartelería y señalización adecuada a lo indicado en el Articulo 1º.



Articulo 3º:La reseña histórica de la vida y obra del Capitán Don Rufino Solano, forma parte de la presente como Anexo 1 y los testimonios, cartas, artículos periodísticos y bibliografía se agregan al Expediente de referencia junto con archivo digitalizado.



Articulo 4º: COMUNÍQUESE al Depto. Ejecutivo



DADA en al sala de Sesiones del Concejo Deliberante del Partido de Azul a los catorce días del mes de diciembre de dos mil nueve.

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A continuación se transcriben algunas fuentes tenidas en cuenta, donde se hace expresa referencia a la actuación de este insigne y muy particular personaje histórico de la ciudad de AZUL y de la PROVINCIA de BUENOS AIRES.-:



BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

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- Archivo de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, Pcia. de Buenos Aires.-

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- Biblioteca del Estado Mayor del Ejército Argentino, Buenos Aires.

- Museo Ricardo Güiraldes de San Antonio de Areco, Pcia. de Buenos Aires.

- Archivo Histórico del Ejército Argentino, Buenos Aires.

- Biblioteca y Archivo del Arzobispado de Buenos Aires. Legajo de Monseñor Aneiros sobre conversión de los indios.

- Museo Dr. Julio Marc de la Ciudad de Rosario, Santa Fe.

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- Diario "El Nacional" (Bs. As., 14-III-1873).

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